El año pasado, en nuestro recorrido por Francia, como suele ser habitual en los viajes en autocaravana, gente que conocimos durante el viaje, nos recomendaron fervientemente visitar Alsacia, una tierra fronteriza con Alemania, y de gran atractivo cultural, arquitectónico y gastronómico.
Así que, en agosto de 2011, nos pusimos rumbo al norte de Francia y, por cercanía a la frontera Alemana, hicimos una pequeña incursión por Selva Negra y una parada obligada en el Europa Park.
Finalmente, a la vuelta decidimos atravesar Suiza, y así disfrutamos de la zona de los Alpes franceses, la cual, sin lugar a dudas, es parada obligatoria por la belleza del lugar.
Antes de comenzar con la crónica de este viaje de 17 días, dar mis agradecimientos a la gente de Caravaning Gorbeia, por lo bien que se han portado con nosotros, sobre todo, por montarme la placa solar cuando estaban a tope, sin coger hora ni nada, ya que lo decidimos a última hora. Usamos bastante el turbovent por el perro (menudo inventazo), y el miedo a quedarnos sin batería nos animó a ponerla, ya que Alsacia es zona de interior y podía hacer mucho calor en agosto.
Día 1: Vitoria-Gasteiz – Perigeux
Perigeux se encuentra en el Departamento de Dordoña, a unos 460 km. de Vitoria-Gasteiz, así que en vez de pegarnos la paliza padre en kilómetros hasta Besançon (hay unos 1000 km.), decidimos hacer el viaje de ida en dos etapas y pernoctar en esta ciudad.
Animados, comentamos que si llegábamos pronto a Perigeux, tal vez podríamos alargar un poco más la primera parte…pero los atascos que pillamos en todos los peajes, nos hizo desistir de esta idea.
Salimos a las 9:00 am, y llegamos a las 17:30pm, con 32ºC (bendito turbovent,!!). Como ya habíamos estado el año pasado en esta ciudad, fuimos al área que ya conocíamos ( N 45º 11´14” E 0º 43´52”).
Comentar que cuesta 5€ la pernocta y se le pagan a un señor muy simpático, que va vestido de municipal. La sección de carga y descarga es gratuita, por lo que mucha gente, hace uso de la misma, y luego van a la segunda opción (N 45º 10´54” E 0º43´24”), un parking junto al rio donde suele haber muchas autocaravanas y camper aparcadas.
El área tiene unos columpios para los niños y está cerca del río donde, por un paseo muy bonito, llegas enseguida al centro de la ciudad.
Así que dimos un paseo por la Citê para ver la magnífica catedral de inspiración bizantina con sus grandes cúpulas y disfrutamos de las típicas calles antiguas de la época medieval con sus casas de entramados de madera. Hicimos fotos, volvimos para cenar y seguidito, a la piltra, que nos quedaba otro día de viajecito.
Día 2: Besançon
Con el cansancio del viaje, no oímos el despertador, y nos levantamos a las 8, así que tras cargar aguas y llenar el depósito en un L´Eclerc cercano (la gasolina es más barata en este tipo de centros comerciales), salimos sobre las 10:30 rumbo a Besancon.
El viaje resultó más tranquilo que el de ayer en lo que a atascos se refiere. El único punto desagradable, fue un incidente con un señor francés y su esposa, que arrastraban una caravana descomunal con un Mitsubisi Pajero, y que al adelantarnos, casi nos dan con el arrastre.
Siguieron a paso de pulga, y como llevaba el control de velocidad, los adelanté, cosa que les molestó muchísimo, y aceleraron, obligándome a pisar a fondo. Después se pusieron a nuestra par, y mediante gestos obscenos nos mostraron su desagrado. Al volver al carril, casi vuelcan, así que decidimos parar en un Supermercado para dejarlos avanzar y de paso, llenar el depósito.
En Besançon, el GPS nos llevó a un parking céntrico (N47º14´16” E6º01´57”) donde había una AC italiana aparcada. Ante la duda de si podríamos dormir allí y viendo que valía 1,20€ la hora, nos acercamos a curiosear el plano de la Citê y vimos que había un área de autocaravanas que no marcaba nuestro GPS, así que nos montamos en la ac y nos dirigimos allí.
El área estaba bastante bien situada (N47º14´13” E6º00´59”), cerca del centro y con vistas al río pero un poco escasa de espacios para aparcar. Disponía de agua gratuita y un precio de 5€ la pernocta, salvo domingos y festivos, que era gratis.
Conseguimos aparcar en el único sitio libre que había, junto a la zona de carga y descarga de aguas, justo antes de que llegaran los italianos que habíamos visto antes. Como aparcamos junto a la carga de agua aprovechamos para ducharnos y dejar todo lleno, sin mover la AC…alguna ventaja tenía que tener éste sitio, ¿no?.
Día 3: Besançon – Eguisheim
Dormimos tranquilos para recuperarnos del todo, y aprovechamos para ver la ciudad antigua de Besançon. Como consejo, la mejor manera de visitar esta ciudad, es seguir los tres circuitos propuestos en las guías que te dan en la oficina de turismo, y bien marcados mediante unas chapas en el suelo. Nosotros hicimos la correspondiente a la parte antigua de la ciudad y que recorre los edificios más antiguos o emblemáticos de la ciudad señalizados con unos engranajes. Las otras dos rutas te llevaban por las murallas y el exterior.
Una señora muy amable nos recomendó el museo del tiempo sobre la historia de los relojes, ya que esta ciudad competía con Suiza por la elaboración de estos medidores del tiempo. Fuimos a verlo pero estaba cerrado, una pena.
Tras comer, sacrificamos la visita a Mulhouse, ya que el mundo del automóvil no nos apasiona, así que nos animamos, y pusimos rumbo a Eguisheim. Allí el GPS nos llevó a un parking junto a un polideportivo que estaba lleno de autocaravanas (N48º02´37” E7º18´45”). Está muy bien situado, cerca de la zona turística, y es una zona tranquila por la noche, por el día suele haber gente jugando en las canchas. El pueblo también cuenta con un camping municipal.
Eguisheim es un pueblo medieval precioso, y da la sensación de estar en el mundo de “Krunch”…je, je. La construcción es alemana, y está catalogado como uno de los “pueblos floridos de Francia”. Además está rodeado de viñedos debido a que es uno de los centros importantes de la ruta del vino alsaciana. Sin lugar a dudas, una visita imprescindible ya que nos pareció una de las villas medievales más bonitas de Alsacia.
Día 4: Eguisheim – Colmar – Kayserberg
Tras levantarnos en Eguisheim, fuimos a la oficina de turismo, donde solicitamos un mapa para ver el pueblo (más bien, poner nombre a lo que vimos ayer) y solicitar clave wifi, para ver la cuenta de email y demás.
El pueblo es pequeño pero lleno de espectaculares construcciones medievales de multitud de colores y callejuelas empedradas. Lo que me llama la atención de este tipo de pueblos franceses es el detalle y mimo con que sus vecinos decoran las fachadas de sus casas. En cada rincón encuentras un detalle para fotografíar o un balcón repleto de flores de colores.
También es curioso la importancia que le dan a las cigüeñas en toda esa zona. Cada tienda de recuerdos tiene montones de figuras, peluches y postales. Además, a pocos minutos andando, se encuentra el parque de las cigüeñas donde se hacen visitas guiadas con explicación in situ (en francés, claro) de cómo se está intentando recuperar la población. Si vieran la cantidad de cigüeñas que hay en Vitoria…
Antes de comer, salimos hacia Colmar, donde no hay muchas opciones donde parar por ser una ciudad bastante importante. Encontramos un Area Parking (N48º04´55” E7º21´35”), pero de estacionamiento en línea, siendo la izquierda para ACs y la derecha para vehículos normales. Como la de las AC estaba a tope, paramos en la derecha, y vimos que la diferencia es que las AC tienen limite de 4 horas y los coches 2 horas de aparcamiento. En cuanto al precio, para las autos la hora supera los 2 €, siendo 9,60€ el tope, y para los coches, 1,30€, siendo el tope 2,60€. Lo único bueno, que de 12:00-14:00 y de 19:00-9:00 no hay que pagar, por lo que la pernocta, supongo que será posible.
En todo este viaje por Alsacia nos hemos dado cuenta de que las zonas mejor acondicionadas para las autocaravanas las poseen los pueblos pequeños. En las ciudades grandes no nos lo ponen fácil, parece que no les interesa esta clase de turismo. O no hay áreas de pernocta o, si hay, están bastante lejos o son un cuchitril en una zona de mala muerte. Y qué decir de zonas de aparcamiento…imposible.
Pero también hemos llegado a la conclusión de que los pueblos pequeños merecen más la pena para visitar. Son mucho más bonitos, está todo más concentrado y se conservan mejor.
Como eran las 12:30, decidimos adaptarnos al horario francés, y comer, así que para las 13:30 posimos rumbo hacia el casco antiguo, que está bastante cerquita.
Colmar es la capital de los vinos de Alsacia y, al igual que los pueblos que le rodean, conserva un casco antiguo con casas de entramado de madera y fachadas decoradas con rótulos antiguos de hierro forjado. Merece la pena visitar lo que llaman «La pequeña Venecia», un barrio romántico surcado por pequeños canales y puentes floridos.
Dando por terminada la visita a Colmar, pusimos rumbo a Kaysersberg, un precioso pueblecito típico a 12 kms de Colmar, Alto Rin. Una bellísima población que se encuentra en el valle del Weiss, en medio de un paisaje de hermosas montañas y viñedos. Una de las ciudades más encantadoras de la Ruta de los Vinos de Alsacia.
Kaysersberg dispone de una enorme área de autocaravanas (N48º08´07” E7º15´47”). El precio es 4€ de 19:00-9:00 y de 9:00-19:00 cuesta 2€. Se saca el ticket en unas máquinas tipo OTA. Dispone de baños público, zona de carga y descarga de aguas y una zona verde con mesas de picnic y un pequeño estanque. Está muy cerquita del centro turístico.
Llegamos a las 5 de la tarde al área y, como todavía era prontito, nos acercarnos a la oficina de turismo para pedir un mapa del lugar y la clave wifi, para navegar desde la AC. Después descansamos para coger fuerzas y ver la villa con ganas al día siguiente.
Día 5: Kaysersberg – Riquewir – Ribeauvillé – Kietzheim
Kaysersberg es otra villa alsaciana de ensueño; casas coloridas de entramado de madera, callejuelas con encanto, viñedos, ruinas de un castillo del siglo XIII y tiendas de recuerdos de lo más coquetas.
Ver este pueblo nos llevó escasas 2 horas, pero merece la pena, es precioso.
Tras disfrutar de la visita, recogimos el chiringuito, llenamos depósitos y enrutamos hacia Turckheim.
La plaza Turenne es un lugar con encanto, rodeada de viejas casas de estilo alsaciano, entre las que destaca el austero ayuntamiento, junto a la robusta torre de la iglesia, de varias épocas y base románica.
En la zona hay varios parkings, pero el área parking para autocaravanas tiene una pinta un poco desastrosa; polvorienta, estrecha y junto a las vías del tren (N48º05´07” E7º16´37”), por lo que al final aparcamos en un parking para autobuses mejor situado, asfaltado y vacío, total, no teníamos intención de pernoctar allí.
Decidimos poner fin al día acercándonos al área de Riquewir para pernoctar y ver al día siguiente. Fue una gran decepción, tanto el área servicios (N48º09´58” E7º18´06”) como el área parking (N48º09´53” E7º17´56”). La primera era un parking normal, pequeño, de difícil maniobrabilidad y que está a tope de coches. Además tenía una zona restringida para el parking de autocaravanas, en el peor sitio y muy pequeña. La zona de servicio estaba justo en la salida, muy elevada y también de acceso dificultoso.
El otro parking que estaba atravesando el pueblo, era una zona para los autobuses, pero había ACs y coches aparcados. Tenía mucha pendiente y ponía algo confuso sobre aparcar coches y ACs, ya que en la misma señal había distintas informaciones.
Al final, ante la imposibilidad de aparcar de forma segura y con el cabreo que teníamos encima por no encontrar un sitio decente y por el tráfico y la cantidad de gente que había, nos decidimos a pasar al siguiente pueblo y dejar para otro día Riquewir.
Así llegamos a Ribeauvillé, en busca del área servicios (N48º11´31” E7º19´46”), pero al llegar se nos cayó el alma a los pies al ver dónde estaba. Era una zona a las afueras, entre centros comerciales, encajonada entre dos fábricas, polvorienta y con autocaravanas apiñadas. Sólo había un sitio, junto a la zona de descarga del WC y un cubo de basura, así que…nos fuinos a un parking cercano, donde había bastantes ACs, pero tampoco había sitio para aparcar.
El cansancio acumulado, el desánimo y los 32ºC que estaban cayendo, no ayudaban a mantener el buen humor, por lo que decidimos poner rumbo al área de Kayserberg que estaba a sólo 15 km. y que nos había gustado.
A 3 kms de nuestro destino, pasamos por Kietzheim y divisamos varias autocaravanas aparcadas en un parking con buena pinta y que parecía tranquilo (N48º08´09” E7º17´00”), con el suelo de piedrita y rodeado por una zona ajardinada, ideal para soltar al perro.
Dicho y hecho, ahí nos plantamos, en una zona que se respiraba tranquilidad, algo muy necesario en estos estresantes momentos. Aprovechamos para vistar el pueblecito, el cual tiene el encanto que habíamos visto en los anteriormente visitados, con sus casitas típicas, las bodegas, murallas y algo curioso, en la calle principal, corren dos acequias llenas de agua a derecha e izquierda. Lo mejor de todo…que éramos casi los únicos paseantes!!.
Para finalizar, nos hacimos unas fotos graciosas en el tanque de la 2ª guerra mundial que hay en la entrada de la localidad.
Día 6: Riquewhir – Ribeauvillé – Thannenkirch
Tras una noche tranquila, pusimos rumbo, nuevamente, a Riquewhir, donde conseguimos aparcar en el área que ayer nos fue imposible (que diferencia al ir a los sitios temprano). La zona de descarga era un poste de servicios que costaba 2€, además, tenía mal acceso, ya que estaba rodeada por un bordillo muy alto, por lo que vaciamos el WC y nada más. Sacamos un ticket para 3 horas por 2€, y vimos el pueblo.
La verdad es que merece la pena verlo, es muy bonito. Como va siendo costumbre, es una villa de casas coloridas con entramado de madera, típicas construcciones alsacianas, y callejuelas estrechas. Otro punto también de la famosa ruta del vino alsaciana.
Había un curioso museo sobre la evolución del servicio postal que tiene diligencias antiguas. También nos llamó la antención la cantidad de pastelerías que había, era una tentación constante. Merece la pena entrar en una tienda dedicada a la Navidad, es espectacular, dos plantas llenas de decoraciones navideñas, bolas, figuritas, belenes, papá noeles. Te sientes niño de nuevo.
A eso de las 12:00, pusimos rumbo a Ribeauvillé, y aparcamos en el parking cercano al área de autocaravanas que habíamos visto el día anterior (N48º11,33” E7º19´51”). Necesitábamos hacer unas compras básicas así que nos acercamos andando a un L´eclerc que, según nuestro GPS, se encontraba a unos 900 mtrs (N48º11´23” E7º20´19”). Después de andar bajo un sol abrasador y con lo cansados que estábanos, como no, el supermercado estaba cerrado (09-12:30 14:00-19:30). A veces se nos olvida que estamos en horario francés.
Comimos y visitamos el pueblo, el cual, no tenía tanto encanto como los anteriores. Había mucha mezcla de edificios más nuevos con tradicionales. Eso sí, tenía bastantes comercios y muchos turistas.
Antes de marcharnos, decidimos visitar el área servicios de autocaravanas para llenar agua, y de paso, probarla. El agua, cuestaba 2€ y era una especie de pistola a presión, que no sabía si iba a llenar el depósito, o disolver una manifestación. Tras ponerme hecho un Cristo de agua, no conseguir llenar del todo el depósito y aguantar las risotadas de algunos autocaravanistas franceses…ejem ejem, decidimos volver al L’eclerc a por provisiones.
Tras llenar la auto con gasoil (1,28€/l), pusimos rumbo hacia Thannenkirch, lugar cercano al famoso Chateu deu Haut-Koenigsbourg y donde el GPS nos marcaba una zona para la pernocta. Llegamos a un parking rústico, en plena naturaleza, donde había dos autocaravanas aparcadas (N48º13´34” E7º18´16”). No es que estuviéramos a tiro de piedra del castillo, pero la zona era muy bonita y tranquilita. Dormir en un paraje natural como este siempre es un lujo y fue el lugar más silencioso de todo el viaje.
Día 7: Chateu deu Haut – Koenigsbourg – Barr – Mount Sainte Odile – Obernai
Tras haber recuperado energías, nos dirigimos hacial el Castillo de Haut-Koenigsbourg. Habíamos oído que era enorme y muy famoso pero decidimos verlo sólo por fuera y no gastarnos el dineral que costaba la entrada ya que era un castillo totalmente reconstruido debido a un incendio a finales del S.XIX. Nos pareció que eso le hacía perder todo el encanto.
Ya nos ha pasado más de una vez que visitamos castillos pagando un precio alto para encontrarnos con que no tiene nada original por algún incendio o ataque y que el mobiliario se adquirió a principios del siglo XX. Preferimos ver ruinas originales, que tienen su misterio, a edificios reconstruidos.
Al llegar, vimos un rellano-parking donde no se permitía la pernocta, por lo que nos alegramos por la decisión de no movernos del parking anterior.
Eran las 10 de la mañana y ya había cantidad de coches y gente intentando llegar al castillo, por lo que aparcamos la Ac a un lado de la carretera y subimos unos 500 mtrs. andando. Merece la pena subir hasta allí por las espectaculares vistas que hay de todo Alsacia pero del castillo casi no se podía ver nada con tanto árbol. Además estaba la mitad en obras por lo que parte estaba escondido tras feos andamios. Mientras dudábamos si entrar o no al castillo, una de las millones de avispas que había en el lugar (Alsacia está plagada de ellas, y en zonas de monte, más) mordió a mi novia, por lo que nos fuimos pitando de ahí.
Solventado el incidente, nos dirigimos a Barr, un pueblo que ni fu ni fa, así que tras recorrerlo en una hora escasa, subimos al Monte Sainte-Odile que estaba a 10 km. de subida por carretera.
El Monte de Santa Odilia, (en francés Mont Sainte-Odile), es una elevación de la cordillera de los Vosgos, al este de Francia, que alcanza su cima a los 763 m.
En la cima del monte se encuentra un convento reconstruido en diferentes periodos a partir de su primitivo establecimiento llamado de Hohenbourg, fundado en el siglo VII según la tradición por Odilia de Alsacia, hija de los duques de Alsacia merovingios y venerada por la Iglesia Católica como santa Odilia, patrona de la región, cuyos restos reposan junto a lo de los duques en este lugar. Desde la alta Edad Media es un destino de peregrinaje espiritual frecuentado en particular, por personas afectadas de enfermedades oculares.
En lo alto del monte hay varios parkings pero nosotros aparcamos en el primer parking que se ve (el nº3 si no me equivoco), ya que estaba lleno de autocaravanas, tenía un amplio acceso, bastantes sombras y de fácil salida (N48º25´58” E7º23´59”). Andando desde ahí son 10 minutos escasos por la vía peatonal y 5 minutos por la carretera. Merece la pena hacer la peatonal, ya que va por bosque y se ven unos mosaicos en las rocas muy bonitos.
Maravillados con las vistas de Alsacia y con la joya arquitectónica del lugar de peregrinaje, salimos hacia Obernai, con intención de ir al camping municipal (N48º27´52” E7º28´08”), y pegarnos una ducha de las buenas, pero…ohh, desilusión, no había sitio para una autocaravana más. Entramos al camping para hacer uso del poste servicios. Cuesta 2€, y funciona con una ficha que te dan en recepción. Es el típico de 10 minutos de agua y 60 minutos de luz.
Muy amablemente, la chica de recepción nos recomendó dos parkings gratuitos en la villa.
Surtidos de agua, fuimos al primero de los dos parkings (N48º27´47” E7º28´28”), el llamado parking de L´atau. Tenía dos secciones y se indicaba con una señal la zona habilitada para las autocaravanas que permitía la pernocta durante 24 horas.
Como suele ser lo habitual, la zona más inclinada situada en la parte del fondo era para las autos…a algunos no les dan las neuronas. Menos mal que con los calzos medio arreglamos la situación.
El parking estaba rodeado por un jardincito perfecto para que el perro se desahogara, así que dimos un paseo y después nos pegamos una tarde de relax.
Día 8: Obernai – Estrasburgo (capital del Bajo Rin)
Obernai es un importante núcleo turístico, cuya historia está vinculada a la cercana abadía de Sainte Odile. En el siglo VII residía en ella el duque de Alsacia, Adalrico, padre de la futura Santa Odile. La zona más atractiva de Obernai es la plaza del Mercado, de bellas edificaciones tradicionales cargadas de belleza y dignidad. En medio de ella está la estatua de Santa Odile.
Otra zona para visitar es la que rodea las murallas de la ciudad, un bonito paseo entre árboles y hierba que te sumerge en otra época.
Justo al lado de este recorrido había otro parking gratuito lleno de autocaravanas, el parking de “Des Remparts”, más cercano a la zona interesante que donde habíamos aparcado nosotros pero al lado de las vías del tren. Para mi gusto, el otro era más tranquilo y sólo estaba a 5 minutos a pie del centro.
Además, destacar que junto al área, había una gasolinera bastante económica (1,29€).
El siguiente destino de nuestra ruta era la capital de Alsacia, Estrasburgo. Así que encendimos máquinas y rodamos hacia allí.
Teníamos en mente pasar dos días allí para verlo con tranquilidad e ir a un camping porque en una ciudad tan grande nos daba más respeto dejar la auto en cualquier lado. Además, con los calores que estaba haciendo, sabíamos que a nuestra perra la tendríamos que dejar en la autocaravana, así que fuimos al camping más cercano a la ciudad, el camping La Montagne Verte (**) (N48º34´32” E7º43´01”). No era un camping para echar cohetes: caro, zonas de juegos medio abandonadas que parecían sacados de una peli de terror, baños cutres (los platos de ducha se atascaban y se llenaban de agua en un pis pás) y no muy limpios.
Los precios eran: forfait AC, 2 personas (con electricidad) 18,60€ + plus por el perro 1,90€ + impuesto 0.40€, total, dos días 41,80€. El camping tenía postes de luz y fuente de agua por cada 4 parcelas (éstas de hierba) y en la entrada disponían de una zona de carga y descarga de aguas para las autocaravanas. En recepción se pueden alquilar bicicletas al precio de 10€/día.
El chaval de recepción nos indicó que aparcásemos donde quisiéramos, así que dimos una vuelta y encontramos un gran sauce llorón que hacía de cúpula, ideal para tener sombra todo el día, por lo que dejamos al perro con total tranquilidad. Fuera hacía 32ºC, y dentro de la AC, con el turbo vent a tope en función extractor y a la sombra, 26ºC.
Tras aposentarnos en la parcela, dejamos todo como estaba y nos dirigimos a la parada de autobús para ir al centro de la capital.
Del camping, hay que salir andando hasta el cruce con la carretera, y girar a la izquierda, hasta cruzar por debajo el puente de las vías del tren. Ahí, girar a la izquierda, cruzar la carretera y coger el Bus 2,13 o 15 en la parada “Nid de Cigognes” (1,50€) . Después de 2 paradas, hay que bajarse y coger el Tram (osease, el tranvía). Sacar el ticket, no es difícil, pero la maquinita tiene tela: En la pantalla central, arriba, está la opción del idioma, y se accede a ese menú con una barra que rueda debajo de la pantalla. Para seleccionar la opción deseada, botón derecho. De ahí, se elige el tipo de billete que se quiere sacar (1,50€ ida, 2,90 ida y vuelta), y cuantos se quieren sacar. Una vez sacados los billetes, es importante “validar” esos billetes, por lo que hay que meterlos en unas maquinas mas estrechitas, tanto para ir, como para volver.
La línea del tranvía que hay de coger es el B o F y bajarse en la parada “Homme de Fer”, que está en el centro. La parada en la que nos bajamos para volver es la de “Montagne Verte”.
Del camping a la parada del bus hay unos 5 o 6 minutos andando, tranquilos, y de la parada del bus a la del tranvía hay unos 10 minutos, así que nosotros, sólo cogimos ese autobús una vez, el resto de las veces, hicimos el trayecto andando hasta la parada del Tram, porque al precio que estaba el transporte, merecía la pena hacer un poco de ejercicio.
Estrasburgo es una ciudad que merece la pena patearse y verlo todo. Como opciones cómodas teníamos el tren turístico (5,50€) que salía cerca de la catedral o el “Batorama”, unos barquitos turísticos que te llevaban por todos los canales que rodean la ciudad y se cogían en el puerto fluvial, también cerca de la catedral. Nos decidimos por este último porque estábamos hechos polvo de tanto caminar y nos apetecía recorrer alguno de los canales en barco. Nos costó 9€ por cabeza pero mereció la pena, ya que se veía toda la ciudad, incluidas las instituciones de las Naciones Unidas (Consejo de Europa, Palacio de los Derechos Humanos y el Parlamento Europeo). Tanto el tren como el barco, tenían audio guías en castellano (bueno, sudamericano…menos es nada).
Día 9: Estrasburgo
Estrasburgo es una de las ciudades más grandes de Francia. Su centro histórico está declarado Patrimonio Unesco de la Humanidad desde 1988 y su actividad turística es muy intensa.
Está situada en la frontera con Alemania por eso se nota su influencia en todo lo que le rodea.
La Catedral de Notre Dame es algo que no hay que perderse, es espectacular. Rodeada por edificios antiguos y calles repletas de tiendas de recuerdos. Músicos y malavaristas ambientan los alrededores llenos de turistas.
Al llegar al centro buscamos la oficina de turismo y compramos un callejero por 1€. Al verlo nos dimos cuenta de que íbamos a hacer mucho ejercicio ese día si queríamos verlo todo. Tiene cantidad de lugares interesantes para ver, además de comercios y espacios verdes. Es mejor darle dos días como mínimo para ver la capital con tranquilidad.
Una zona que nos gustó mucho es la llamada Petit France, el antiguo barrio de los curtidores, rodeada de canales y casas de entramado de madera.
A última hora de la tarde, hechos polvo, cogimos el tranvía de vuelta al camping y preparamos la autocaravana y la ruta para pasar la frontera hacia Alemania al día siguiente.
Día 10: Estrasburgo – Baden Baden – Rust – Europa Park (etapa Selva Negra)
Nos levantamos pronto por la mañana pero nos liamos un poco más de la cuenta al salir, ya que había aparcado junto a nosotros una pareja catalan, que venían en una california desde Praga, así que intercambiamos opiniones y anécdotas, entre ellas la importancia de validar el ticket del tranvía en cualquier lado ya que en Praga, a unos chavales catalanes les han metido 250€ de multa por tener billete y no validarlo…supongo que en Estrasburgo será similar.
Salimos en dirección a Baden-Baden, así que cruzamos la frontera Alemana y el Rhin. En una hora llegamos a nuestro destino pero fue imposible aparcar. Un pueblo estrechito, con unas pendientes de espanto (15% de desnivel) y ni un sitio a la vista donde aparcar y claro, todas las señales e indicaciones en alemán, que impacto… Así que tras cometer algunas infracciones de tráfico decidimos salir, ya que la ciudad en sí no nos decía nada (aunque puede que fuera por el estrés que nos creó) y pusimos rumbo al parque de atracciones Europa Park, en Rust.
Este gran parque de atracciones no lo conocíamos, ni siquiera habíamos oído hablar de él hasta que el año pasado en Bretaña, una pareja de franceses nos dijeros que era enorme y mucho más barato que Eurodisney. Y como nos encantan este tipo de parques, lo programamos para el viaje, como pasábamos tan cerca…
Allí nos dirigimos a un “Camp Resort” (N48º 16´22” E7º43´02”) decorado al estilo del Oeste americano, un camping de reciente construcción donde derivan a todas las AC y tiendas. Un sitio espectacular, muy bien decorado y pegado a la entrada del parque.
El precio es 6€ de 08:00-20:00 y 22€ de 20:00-08:00. La hora extra la cobran a 2€. Las plazas no estaban marcadas, lo que hizo que estuviéramos un tanto apelotonados, y los árboles…algún día supongo que darán sombra, pero de momento, eran muy pequeños, lo cual es una faena, teniendo en cuenta la ola de calor que estamos sufriendo: 34ºC a la sombra. Junto a los baños había servicio de carga y descarga de agua y había un poste de luz cada pocas parcelas.
Sacamos el toldo, las sillas, una botella fresquita de sidra bretona, y a descansar un rato. Los baños y las duchas…¡de lujo!: amplias, limpias y bien ambientadas a lo «Farwest». La entrada al parque estaba a escasos 5 minutos andando, por lo que nos pasamos toda la tarde oyendo los gritos de la gente en la descomunal montaña rusa que se veía desde allí. Puf!, se nos ponían los pelos de punta!
Cuando bajó un poco el calor, nos acercamos a la entrada para informarnos. Abrían el parque de 9:00-20:00 y la entrada costaba 36€ aunque había precios especiales para dos días o el típico bono anual. Así que con los nervios a flor de piel nos fuimos a dormir y estar a punto para la jornada siguiente.
Día 11: Europa Park
Tras una noche de mucho calor (mínimas de 19ºC) nos levantamos dispuestos a coger el toro por los cuernos. Dejamos todo cerrado y el turbo Vent a tope, ya que el perro se quedó dentro. Tenemos comprobado que estando la autocaravana al sol, de esta manera, se mantiene a temperatura ambiente, sin calentarse más.
A quienes le interese, en el parque se admiten perros, y tienen bebederos cada poco, solo que no te dejan meterlos en las tiendas o en las zonas de las atracciones (lógico). Si preguntas en información, te dan una tarjeta de una residencia canina de la zona “Hunde-Pension” cuyo precio es de 13€ el día y tienen un servicio de recogida y entrega en el parque de 10€.
El parque era grande, con zonas ambientadas por países de Europa: Francia, Rusia, Inglaterra, Alemania, incluso España. Con sus restaurantes de comida típica de cada zona (¿desde cuándo los burritos son típicos en España?) y espectáculos ambientados en ellas. Vimos el de la zona española que era una especie de torneo medieval con caballos. Un poco malo, pero bueno… Las atracciones eran un poco antiguas, excepto las dos grandes montañas rusas pero para los niños estaba muy bien.
Tras demostrar en varias ocasiones que no somos todavía demasiado viejos para las montañas rusas extremas, volvimos al camping con intención de dejar todo listo para salir al día siguiente. Queríamos salir antes de las 08:00, para que no nos cobrasen los 2€/hora, pero el día anterior nos había aparcado detrás una caravana cuando no estábamos, demasiado justa, pegadísima al portabicis, por lo que no sabíamos cómo íbamos a salir de allí, ya que teníamos los calzos delanteros puestos y no podíamos echar hacia atrás para quitarlos. Al final tuvimos que sacarla por encima, sobrepasando los calzos, con el ruido que eso conlleva a horas tan tempranas. La próxima vez, dejaremos bajado el portabicis para ganar un par de metros y que no nos vuelva a pasar lo mismo.
Es increible el despliegue que tenían los alemanes de la caravana: cenador, hamacas, sillas, y muchos, etc, de manera que ellos, pese a llegar bastante más tarde que nosotros, se pusieron de lo más cómodo, dejándonos encajonados. Y les importó un comino…es que hay gente que no tiene dos dedos de frente.
Día 12: Friburgo (Freiburg Im Breisgau), capital de Selva Negra.
Mierda…no oímos el despertador que teníamos puesto para salir con tiempo del parking antes de las 08:00, así que ya de perdidos, llenamos el agua de la AC con el bidón de agua y el embudo usando los grifos del cuarto de fregado, ya que en el de los baños no cabía.
Pusimos rumbo hacia Friburgo y paramos en un área de servicios que marcaba el GPS a 8 kms del Europa Park (N48º 13´37” E7º45´06”) para desayunar tranquilamente. Resultó ser un área enorme, de una gasolinera Shell donde había espacios para que aparcasen los camiones, un hotel pequeñito, un Mcdonalds, y algunas cosillas más. La gasolinera contaba con una zona de lavado de autos con un espacio abierto, una alcantarilla grande, un grifo (supongo que para lavarlo a mano) y al lado un aspirador.
Seguimos nuestro camino hacia Friburgo, a un área servicios (N47º59´57” E7º49´32”) de la que habíamos leído en un blog. Se podría decir que el área, salvo por la ausencia de duchas y zonas de lavado, era como un camping y parecía muy tranquilo. Contaba con ámplias parcelas, zona de carga y descarga y bornes de luz. Cuando entramos, la dueña del área, que hablaba un poco de español, muy amablemente nos informó que el coste del área era de 8€/24h y que la luz se pagaba a parte a través de un contador que se enchufaba a la toma de corriente y a la autocaravana. El coste era de 0,50€/kw. Le pedimos información sobre cómo llegar al centro de la ciudad.
El centro estaba a unos 2 kms (3 o 4 calculé yo hasta el centro), y se podía ir tranquilamente en bici o coger el tranvía cuya parada estaba a 1 km aproximadamente del área. El ticket se sacaba en el propio vagón. Hay una máquina donde puedes elegir distintas opciones: ticket individual, sólo de ida o vuelta al precio de 2,10€ o un ticket de 24h. que vale para dos y son algo menos de 10€ y puedes usar el tranvía todas las veces que quieras. Después hay que validarlo en otra máquina más pequeña que también está en el vagón y le pone la fecha. La parada más céntrica es la de Bertoldsbrunnen (4ª parada) y a la vuelta la parada es la Techn. Rathaus, las líneas son la 1 o la 3.
Al llegar allí buscamos la oficina de turismo y cogimos un plano de la ciudad por 1€. Compramos también un libro informativo de Selva Negra por 6€, el cual incluye información de los sitios más significativos, la historia y callejeros. La traducción al español deja mucho que desear.
La ciudad es bastante urbanita, con mezcla de estilos antiguos y edificios modernos. Nos sorprendió la cantidad de indigentes que había por la zona comercial, la cual se extiende por la calle principal, y que estaba llena de centros comerciales tipo Corte Inglés. Pese a nuestra pinta de “giris”, con la cámara colgada al cuello, el mapa y un color rojo intenso, nadie nos molestó y recorrimos la ciudad de arriba abajo sin problemas.
Día 13: Friburgo – Yvoire (ruta Suiza – Alpes franceses)
Nos levantamos al día siguiente descansados. La verdad es que esta área era muy tranquila, tenía mucha sombra y jardines para que el perro disfrutara un poco. Recogimos todo y fuimos a pagar el gasto de luz: 1.75€, cosa que no está mal después de haber tenido encendida la nevera, el turbo vent, luces, ordenador…vamos, a todo trapo.
Tras poner la autocaravana a punto pusimos rumbo a Yvoire por Suiza, ya que haciendo cálculos, nos ahorrábamos 3 horas de trayecto, casi la mitad respecto a la ruta por Francia. Antes de darnos cuenta, llegamos a la frontera Suiza. En la frontera, como consejo, cuando os estéis acercando, poneros en el carril izquierdo, ya que el derecho se colapsa con todos los camiones que tienen obligación de ser revisados. Me sorprendió porque había un guardia con un medidor de desgaste de ruedas, pasando camión por camión.
En cuanto crucéis la frontera, aparcar e ir a sacar la Viñeta, o lo que es lo mismo, un pase para usar las autopistas Suizas. Son 36€ y tiene validez para 14 meses, en nuestro caso, la que hemos sacado es válida desde el 1/12/2010 al 31/1/1012. Es obligatorio llevarla y si te pillan sin ella te cae una multa de 250€. A nosotros no nos pararon, así que podríamos haber viajado sin ella…pero más vale prevenir que luego lamentar, sobre todo cuando conocimos a una pareja que les pararon a 2 kms de la frontera y les metieron el plumazo.
El viaje fue un poco tortuoso, ya que toda la autopista estaba en obras y la circulación era densa y algo lenta, viajando a 100km/h máximo, y a 60km/h en muchos puntos. Finalmente, agradecer a los fabricantes del Tom tom por meternos por el centro de Ginebra y perder las 3 horas que habíamos ahorrado….vaya tráfico!!. Pillamos al menos 30 semáforos y nos tocó parar al menos 3 veces por cada uno de ellos, además, había una cantidad increíble de motos y ciclomotores, que pasaban por cualquier lado…demasiada confianza tienen en quienes conducimos las autocaravanas. Después de mucho jurar, llegamos a nuestro destino, Yvoire, un pueblo catalogado como uno de los más bonitos de Francia y con razón. Es un pueblecito medieval a orillas del lago Lemans (a simple vista…parecía el Mediterráneo), con preciosas vistas, casas y calles de piedra, castillo y un pequeño puertito. En mi opinión, un destino imprescindible. Todos los parking de la zona son de pago y con barrera, así que parcamos en el parking nº 3, destinado para las AC (N46º22´05” E 6º19´33”). Era un parking de hierba muy amplio aunque bastante inclinado en las zonas donde había sombra. Sólo había tres autocaravanas más así que estuvimos muy tranquilos esa noche.
Día 14: Yvoire – Annecy
Después de una noche tranquila, volvimos a dar otra vuelta por el pueblo, esta vez con más animación de turistas y tiendas abiertas. Hay una cristalería artesanal en la que hacen copas y lámparas espectaculares. Merece la pena visitarla, se llama Cristallerie Atelier Hubert, en la calle «Rue du Lac». Como nota a destacar, la chica de información, habla castellano (ha sido de las pocas en todo el viaje).
Antes de encaminarnos a nuestro siguiente destino, validamos el ticket del parking. Nos clavaron 20€ por haber estado desde las 18:00 del día anterior hasta las 13:00 del día siguiente. Buscamos un supermercado de camino a Annecy para echar gasoil, ya que vinimos secos tras cruzar Suiza, donde el gasoil es mucho más caro que la gasolina. Cuando pasamos nosotros, los precios variaban desde 1.61€/l hasta 1.80€/l (y no te daban ni masaje ni nada!!).
Llegamos a Annecy, capital de la Alta Saboya y a la que llaman la «Venecia de Saboya». Está situada en la orilla norte del Lago de Annecy y su parte antigua está rodeada por canales, llena de puentecitos y hermosas casas con fachadas de colores. En lo alto de la ciudad se encuentra el museo-castillo, antigua residencia de los condes de Ginebra. Es imprescindible darse una vuelta por el largo paseo alrededor del lago, con opción a alquilar un bote o una pedaleta para descubrirlo de una forma diferente. Hay unas vistas preciosas de los montes que lo rodean.
Fuimos directos a un área parking que nos marcaba el GPS (N45º53´33” E6º07´35”). Resultó ser la Basílica de la Visitación desde donde había una preciosa vista de todo Annecy, el lago y los montes de alrededor. Era gratuito, pero estaba bastante lejos del centro, por lo que lo dejamos como última opción en caso de no encontrar otra cosa.
Nos dirigimos al siguiente área servicios que nos marcaba el GPS (N45º53´25” E6º08´20”), esta vez más cerca del lago. Era un área muy pequeña, con un acceso complicado y en cuesta y, por supuesto, estaba a tope. Al pasar por el centro hacia el área habíamos visto un parking con varias autocaravanas así que cargamos agua en el área y nos fuimos allí (N45º53´51” E6º07´53”). En este parking te cobraban 1€/h de 09:00-12:00 y de 14:00-19:00. Como eran las 16:00, metimos 3€ y esperamos a ver qué pasaba, porque estaba junto a la policía y no sabíamos si nos echarían o no, ya que la estancia máxima era de 8 horas u donde aparcamos estaba reservado a los autobuses, pero no cabíamos bien en los estacionamientos para coches.
En el transcurso de la tarde vinieron más y más autocaravanas, hasta el punto de no haber sitio, por lo que hicimos noche allí mismo. Cayó una tormenta descomunal, con unos rayos y unos truenos como hacía tiempo que no había visto. Con este panorama, hicimos lo más razonable, siesta, ducha y redactar la crónica del día.
Día 15: Annecy – Aubignas
Pasamos una noche inquieta, el parking estaba en pleno centro así que se oía mucho ruido de cohes, motos, gritos de la gente que estaba de juerga, y por la mañana, los motores de los autobuses que llegaban. Como suele ocurrir en estas ocasiones, por la mañana y con buen tiempo, todo se ve de otra manera. El entorno junto al parking era inigualable. Estábamos junto al lago y a 100 mtrs. de la zona antigua de Annecy.
Después de desayunar, nos fuimos de turismo, tanto por el pueblo como por el lago. Después de comer, pusimos rumbo a Rochemaure, un punto medio en nuestro destino final, Carassonne. Esta vez evitamos las autopistas, de manera que pudimos disfrutar de un paisaje increíble y numerosos sitios donde pararemos la próxima vez que vengamos por esta zona, como por ejemplo Tresserve, un sitio increíble, junto a un lago y con cantidad de carriles bici alrededor, donde había un parking enorme a la salida del pueblo, con algunas AC (coordenadas aproximadas N45º40´14” E5º53´37”), o Chambery, donde había un área servicios (N45º33´49” E5º55´56”).
Agradecer nuevamente a nuestro TomTom su incansable necesidad de sacarnos de la ruta principal, para meternos por caminos de cabras y hacernos atravesar pueblos sin ningún interés, salvo el de poner nuestros retrovisores en peligro (estuvimos a punto de lanzarlo por la ventana…aggg…por cierto, vendo Tom Tom barato, con poco uso…jaja).
Llegamos al área servicios gratuita de Aubignas (N44º35´14” E4º37´55”) con servicios públicos, carga y descarga de aguas grises y negras y unas vistas espectaculares. Aubignas era un pueblecito de piedra encaramado en un alto, rodeado de monte y campos labrados, se respiraba una tranquilidad increíble. Al verlo, me vino a la cabeza el típico pueblecito de Extremadura, perdido en la sierra. Un atardecer precioso.
Día 16: Aubignas – Rocheaure-Carcassone
Por la noche se levantó un vendaval increíble, se movía la AC que parecía el Dragon Khan, así que a las 05:00 de la madrugada, sintiéndolo en el alma por la AC que teníamos detrás, nos recolocamos lejos del barranquito donde estábamos, ya que aunque las vistas eran increíbles, el miedo a que saltase el freno de mano o algo así no nos dejaba dormir tranquilos. Tras la aventura, hicimos caso omiso al despertador puesto a las 08:00 y remoloneamos hasta las 09:00, así que entre volver a cargar aguas y demás, salimos bastante tarde.
El día anterior, de camino a Aubignas, pasamos por Rochemaure donde vimos unas ruinas increíbles de un castillo así que decidimos desviarnos un poco para verlo. Aparcamos en el primer parking que vimos (N44º 35´16” E4º 42´16”) y visitamos la Citê. Digamos que no es un pueblo para ir específicamente a verlo, pero si pilla de paso, merece la pena.
A eso de las 17:00 y tras haber pagado un total de 36€ de autopista (cuando no quedan días…no podemos permitirnos rutear por generales), llegamos a Carcassonne. El área estaba totalmente operativa, ya que cuando vinimos en octubre, estaba todo empantanado.
Se trata de un amplio parking, de piedrita, bastante liso, aunque se hacen necesarios los calzos para nivelarnos correctamente. Es de las pocas opciones que existen por la zona, ya que todo está limitado en altura. Hay unas barreras desde las que se saca un ticket, que hay que validar antes de marchar. Cobran 5€ 6 horas o 1€ la hora, de 08:00-20:00, siendo gratuita la noche. Tiene una zona de carga y descarga de aguas y unos WC portátiles.
Carcassonne es la capital del departamento de Aude, en la región Languedoc-Rosellón. Su ciudad amurallada fue declarada en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La verdad es que es una ciudadela que merece la pena visitar y, pese a ser domingo, todo estaba abierto, por lo que había ambientazo. Lo mejor fue que hablan algo de castellano en todos los lados (hay como ha cambiado el cuento…jaja).
Después de un largo paseo volvimos a la autocaravana para recoger un poco todo y mentalizarnos para el viaje de vuelta, por desgracia, esta sería nuestra última noche antes de volver a casa.
Día 17: Carcassonne – Vitoria-Gasteiz
Tras dormir como “leones” y pagar los 5€ que nos costó el área de Carcassonne desde ayer a las 17:00 hasta hoy a las a las 10:00, salimos para casa, así que 500 kms y cerca de 40€ en autopistas después, llegamos finalmente a nuestro destino, al cual llegamos sin ningún percance.
Nada más llegar, como soy el administrador del portal, todavía con las maletas en la mano, una vecina vino a quejarse de que hacía más de una semana que la luz del portal estaba estropeada…lo cual nos lleva a planear de inmediato el próximo viaje…«home sweet home».
Anónimo
Me ha gustado bastante, en especial lo concreto que eres al dar las coordenadas de los lugares de interés. Es una gran ayuda para realizar el viaje por esta zona.
ac-viajero
Gracias! Ese es el objetivo de nuestro blog, dar los datos más detallados de nuestras rutas para que puedan servir a otros ac viajeros al organizar sus viajes.
Saludos!
mtb valdeavero
Enhorabuena por vuestro blog, me trae grandes recuerdos de viajes que tiempo atras tuve la fortuna de hacer en una autocaravana de alquiler con mi expareja y unos amigos. Visitamos tambien Alsacia y de regreso tocamos algo de Alemania y Suiza. Al año siguiente ya solamente con mi ex hicimos Nueva Zelanda en autocaravana (ESPECTACULAR), por si tuvierais ocasión algun dia, totalmente recomendable.
Un saludo y que sigais disfrutando mucho.
Chema
ac-viajero
Gracias por tu comentario!
Nueva Zelanda en autocaravana, qué pasada! ¿Tienes compartido en algún sitio ese viaje, las zonas que visitasteis y dónde dormisteis? Nos encantaría que lo compartierais!