Este verano del 2017 decidimos hacer la Ruta de los Grandes Alpes en autocaravana hasta donde pudiéramos. El viaje que hicimos a Dolomitas y Alpes Suizos nos enamoró, esas montañas, esos paisajes…se te meten en el corazón y sólo quieres conocer más.
Además, queríamos que fuera un viaje cercano y tranquilo que nos permitiera conocer más a nuestro nuevo miembro de la manada, Olivia, una pitbull que rescatamos en marzo de la perrera de Vitoria. Una perra con mucho miedo a las personas y al entorno a la que le haríamos flaco favor llevándola a grandes ciudades.
Es una perra joven que necesita actividad y aire libre, por lo que hacer un viaje por zonas de montaña nos pareció lo más adecuado.
Por otro lado, nuestra Max ya está viejita, por lo que sabíamos que tendría que pasar bastente tiempo en la autocaravana porque ya no puede andar tanto, así que ir a una zona más fresca sería un alivio para ella.
Una mudanza el año anterior en pleno verano nos impidió hacer el gran viaje, así que este año teníamos ganas de autocaravana.
Después de todos los preparativos, el 23 de julio estábamos listos para emprender el viaje.
Vitoria – Castelnaudary (23 de julio, 486km)
A diferencia de otros años, en esta ocasión disponíamos del tiempo suficiente para ver la zona elegida y al no estar lejos, podíamos permitirnos el viajar más tranquilos, por lo que valoramos ir subiendo sin coger autopista, pero después de hacer varios cálculos, ir por autopista o por generales suponía exactamente el doble de tiempo para recorrer la misma distancia, así que optamos por la versión cara. Este primer día no hubo nada destacable. Cada x kilómetros un peaje y arreando a por el siguiente.
No teníamos ganas de hacer tiradas grandes, por lo que el primer destino fue la preciosa población de Castelnaudary.
Se trata de una ciudad creada alrededor del Canal du Midi, un canal navegable con gran afluencia turística.
La pernocta la realizamos en el área servicios que hay a la entrada (N 43°18’51», E 1°56’57»). El precio es de 10,40€, pero hay que sacar una tarjeta cuyo precio es de 4€.
Una vez obtienes dicha tarjeta, si haces uso de esas áreas, ya no hay que sacarla más.
Las plazas son de 35m2, tienes wifi libre, servicios de luz, carga y descarga. Además es un espacio vigilado, por lo que no nos pareció caro para lo que ofrecen.
Dimos un paseo por el canal, visitamos el puerto y disfrutamos de una pequeña fiesta que ofrecia un grupo musical que se dedica a recorrer el canal, dando un concierto cada día a lo largo de los diferentes pueblos que se benefician de este medio fluvial.
Castelnaudary se encuentra relativamente cerca de Carcasonne, una preciosa ciudad medieval patrimonio de la UNESCO. Nosotros no fuimos allí, ya que hemos estado numerosas veces, por lo que si no has visitado ese patrimonio de la humanidad, te recomiendo hacerlo.
Castelnaudary – Sisteron (24 de julio, 461km)
Después de una noche muy tranquila, teníamos planeado repetir el plan del día anterior: coger la autopista y pernoctar en Barcelonette, pero el día se torció de una manera que no podíamos preveer.
El día era exagerádamente ventoso, a lo que había que sumar un tráfico muy intenso, por lo que la conducción era bastante tensa. Golpes de aire hacía que los camiones o los conductores menos hábiles se salieran de su carril, así que tenía el cuello como una bolsa de patatas y la tripa me hacía tanto ruido como un woki cabreado.
Para rematar, cuando nos encontrábamos a 200km de nuestro destino, un enorme incendio en el Parque Natural de Verdon obligó a las autoridades a cortar la autopista y la general, desviando el tráfico por comarcales y carreteras secundarias.
Al tener que atravesar todas las poblaciones habidas y por haber, el atasco fue monumental. Horas parados o circulando a 10km/h puso a prueba la paciencia de todos los conductores.
Impresionaba ver pasar los camiones de bomberos o a los hidroaviones echando toneladas de agua sobre la humeante montaña.
La magnitud del fuego era tal, que desde donde estábamos se apreciaban las gigantescas llamaradas.
El TomTom…estuvo nuevamente a punto de acabar estampado en algún arcén, ya que cuando buscábamos alguna vía alternativa para volver a la autopista, no hacía más que indicarnos pistas solamente aptas en Quad o 4×4.
Llevábamos ya mas de 10 horas al volante y todavía quedaban otras 2 para alcanzar nuestro destino, así que pusimos en marcha la aplicación móvil de Campercontact “Parking Autocaravanas” y nos dirigimos a la de Sisteron (N44º12´01” E5º56´37”).
El área se encuentra en el parking que hay apostado a los piés de la impresionante ciudadela medieval, junto a la carretera principal, por lo que es bastante ruidosa. Se trata de 5 plazas reservadas para las AC con un poste servicios.
Dimos un paseo con las perrillas para estirar las piernas y dejamos la visita de la población para el próximo día, ya que el viento seguía castigando duramente y unas nubes poco amigables se dirigían rápidamente hacia nosotros.
Sisteron – Col de la Lombarde (25 de julio, 180km)
Después de una plácida noche, el amanecer atrajo a un intenso tráfico, por lo que nos levantamos un poco antes de que el despertador nos regalase su estruendoso grito.
Desayunamos, nos preparamos y salimos a la conquista de la ciudadela.
Subiendo por el camino que se encuentra frente al área, llegamos al alto de la ciudadela en unos 10 minutos. La cuesta es considerable, pero llevadera.
Poco antes de llegar a la puerta de entrada, vimos el cementerio y encima de él, unas autocaravanas aparcadas.
Encima del cementerio y con vistas a la ciudadela hay una explanada de hierba donde parece que se puede pasar la noche sin problemas. Para acceder a él, en vez de quedarse en el parking de la entrada, hay que seguir por el túnel y después seguir la carretera dirección a la ciudadela. Después del parking del cementerio, por una pista estrechita se llega al alto en cuestión.
La entrada a la fortaleza cuesta 6.5€, pero como no admiten perros, no entramos. Lo que si hicimos fue pasear porlas callejuelas de esa bonita localidad medieval, seguimos la vera del río y llegamos hasta lo que está marcado como “Playa”.
A nivel de anécdota, decir que nos encontramos con el gato más chulo de todo Francia. Ibamos paseando con la Pitbull y un gato que se encontraba sentado en medio de la calle, le hizo frente.
El gato salio ileso, pero “Oli” se llevó un par de buenos zarpazos en el morro, con sangre incluida. Luego dicen de los Perros Potencialmente Peligrosos, pero vaya mala uva tienen los gatos…jajaja.
La distancia que tocaba recorrer en ese tercer día no era mucha, así que pusimos las coordenadas del destino en el TomTom, la opción de “Evitar Autopistas”…y nos lanzamos a la aventura.
En lugar de la nacional N85, el señor TomTom decidió que era poca adrenalina para nosotros, así que le pareció mejor dirigirnos por la D951. No está del todo mal la carretera y además haces turismo. Ves muchos pueblos, plantaciones de manzanas y vas por la vera de un río. El problema es que entre tanta curva cerrada y estrecha, el coche que venía de frente se me paró en el peor de los sitios, obligándome a avanzar a mí, lo que acabó en un golpe en el lateral de la AC con una panza de cemento que tenía el muro de protección.
Paramos un poco más adelante y pudimos comprobar que no fueron muchos los daños. Un par de rozones en el plástico y una luz lateral perjudicada, así que continuamos sin darle mayor importancia.
Poco antes de comer cruzamos la localidad de Barcelonnette, donde hay un área de autocaravanas con servicio, que iba a ser nuestro destino del día anterior si no llega a ser por el incendio. De momento íbamos cargados, pero la usaríamos como punto de recarga al que volver en caso de necesidad.
Paramos a comer en Jausiers en un sitio apartado y donde no parece que haya problemas para pernoctar (N44º25´18”, E6º44´15”).
Una vez avituallados hicimos lo que más nos gusta, subir puertos de montaña estrechos, muy pendientes y llenos de curvas, tráfico, ciclistas y motoristas, pero que te acercan a unos parajes impresionantes.
El primer puerto que subimos fue el del Col de Bonette, donde encontramos un sitio muy majo para dormir (N44º20´34”, E6º47´02”). Se trata de un amplio parking de gravilla, a medio puerto y con un pequeño lago.
Después de rutear un poco y sacar varias fotos, seguimos con nuestro camino, aunque con algo de pena por no haber parado a dormir allí, pero era todavía las 17:00 y el poco tráfico nos animó a seguir subiendo.
La parte final de la subida fue un poco…peliaguda, pero con unas vistas impresionantes. De hecho, nos encontramos con un cruce que no esperábamos, así que ante la duda, tiramos por la cuesta arriba. Al final descubrimos que la carretera bordea la cumbre y luego vuelve al mismo cruce, por lo que ya cogimos la dirección correcta (siempre dirección Niza).
Vimos un par de poblaciones con área parking gratuita, pero después de haber catado la naturaleza salvaje, el cuerpo no nos pedía urbe, sino dormir en algún lugar idílico de montaña, así que pusimos rumbo a la estación de ski Isola 2000.
Subimos por la D91 para ver como era la estración de ski con la intención depernoctar allí, pero nada de lo que veíamos nos convencía así que seguimos dirección al Col de Lombarde.
De manera involuntaria y sin poder hacer nada por evitarlo, pasamos a la parte italiana. La carretera se estrecha drásticamente, complándonos un poco la vida cada vez que nos cruzábamos con un coche. Un par de kilómetros más adelante, junto a un lago de alta montaña (N44º12´55”, E7º08´18”), vimos varias autocaravanas aparcadas, así que ahí nos quedamos.
Eso si que fue una zona como Dios manda para dormir!!
Col de la Lombarde – Col de Larche / Maddalena (26 de julio, 49km)
Después de una tranquila y placida noche, nos decidimos aventurar por la mini carretera italiana, así que nos pusimos en marcha lo antes posible, para evitar el posible tráfico.
Los primeros kilómetros tuvimos suerte y no nos cruzamos con ningún coche, pero cuando pasamos el cruce Santuario di Sant Anna/Cuneo, la cosa se encrudeció.
Mientras que nosotros descendiamos el enrevesado puerto dirección Cuneo, ordas de vehículos venían en dirección contraria. Después de cruzarnos por esa carretera de carril único, pero doble sentido, con unos 200 coches, 4 autobuses, 50 motos y varios ciclistas, nos enteramos que el 26 de julio es festivo y hay costumbre de subir en romería al santuario.
Hay que decir que tuvimos bastante suerte, ya que no nos quedamos atascados en ningún punto conflictivo y siempre pudimos encontrar algún apartadero para dejar pasar a los vehículos que subían. Aún así, nos costó una hora y sudores fríos pasar ese infierno.
A eso de las 11:00 llegamos a nuestro destino, el Col de Larche (N44º25´18”, E6º53´57”), frontera entre Italia y Francia.
Después de desayunar nos animamos a realizar un bonito treking en dirección al pico que teníamos a nuestra derecha (mirando hacia Francia).
Ascendimos durante una hora aproximadamente hasta llegar a un pequeño circo, donde había un cartel que indicaba que más adelante estaba el lago Dell’Oronaye. Habíamos subido con las dos perras y, pese a encontrarnos a una media hora del lago, como Max ya está mayor, no quisimos forzarla más de lo necesario, así que paramos allí, jugamos un poco con Oli mientras Max descansaba a la sombra, sacamos fotos y tras un rato, volvimos a la autocaravana.
El parking de gravilla del alto es amplio, bien nivelado, con bonitas vistas y muchos senderos, así que decidimos quedarnos allí.
Después de comer, reorientamos la autocaravana para dejarla en mejor posición y salimos a dar otro paseo, en esta ocasión hacia el Valle de Lauzanier (dirección Francia, pero a la izquierda).
Se trata de un precioso valle, con una pista muy cómoda y llega a una zona bastante idílica. Al final del camino debe haber otro lago, pero las continuas advertencias de prohibido perros incluso atados, hizo que no quisieramos tentar más a la suerte y nos quedamos en el riachuelo.
Es gracioso la cantidad de marmotas que hay en esa zona, de hecho se quedan a escasos metros de ti, sin asustarse.
Una vez de vuelta en la autocaravana, nos relajamos y disfrutamos de un bonito atardecer.
Col de Larche / Maddalena – Ceillac (27 de julio, 82km)
La noche en el parking del alto de Larche fue tranquila y sin ningún incidente. De hecho, por la mañana la policia francesa y la italiana montaron un pequeño control donde confluian las fronteras y no nos dijeron nada.
Andabamos ya necesitados de carga y vaciado, así que al bajar el puerto dirección Francia, nos dirigimos al poste servicios que habíamos visto al pasar por Jausiers (N44º24´44”, E643´45”).
El coste es de 3€, los cuales se pagan con tarjeta de crédito y después de abrir la puerta lateral, dispondremos de 20 minutos de agua y luz.
Con los depositos llenos y el WC vacío, pusimos rumo a uno de los puertos míticos del Tour de Francia, Col de Vars (2109m). La carretera, pese a presentar muchas tornantes es bastante amplia.
Durante la subida os cruzareis con cientos de ciclistas tratando de emular a los dioses de las dos ruedas, pero la estampa que presenta la mayoría es la de ir descoyuntados, así que precaución.
El parking no es tan amplio como el de la noche anterior y además está muy concurrido. Aparcamos en el espacio que hay entre el parking y la carretera (N44º32´22”, E6º42´08”) y nos lanzamos a recorrer varias rutas que hay por allí.
La primera ruta que hicimos es la que va al refugio Napoleón (1h), la cual nos pareció lo bastante asequible como para llevar a Max, pero no habíamos hecho la mitad cuando vimos que era bastante sosa y no merecía la pena, así que volvimos a la AC.
Después de dejar a la maltrecha Bulldog Francesa en su cama, nos aventuramos por otra ruta que sale del lado izquierdo del parking, junto a los baños.
Esta segunda ruta se dirige hacia un bonito valle, con un río de alta montaña siendo el paisaje más interesante. Hay que tener cuidado con los perros pastores de rebaños que te puedes encontrar por el camino (hay carteles de aviso).
Nosotros nos encontramos con dos Montaña del Pirineo, pero se encontraban detrás de una verja electrificada.
La idea era haber hecho una ruta larga por allí y dormir en ese parking, pero no nos pareció una zona tan interesante como la de la noche anterior, así que después de comer en una de las mesas de picnic, decidimos continuar el viaje hacia el siguiente punto, el Parque Natural de Queyras, siendo la población de Ceillac nuestro destino.
La carretera no es mala, pero si hay que andar bastante al loro. La primera parte, además de un tráfico intenso, tiene varios túneles y panzas de piedra. La segunda, se trata del típico puerto que enlaza tornantes como si no costase dinero hacerlos. Al menos la carretera es ancha, por lo que se sube sin problemas.
Una vez llegas arriba, sorprende lo llano del valle y la enorme población montañesa que hay.
Después de atravesar todo el pueblo, llegamos hasta la estación de esquí, con intención de pernoctar allí (N44º39´01”, E6º47´29”) pero las numerosas señales indicando su prohibición nos hicieron dudar y valorar otras opciones.
Los carteles derivan a las autocaravanas a uno de los dos camping o al área libre junto a las pistas de tennis (N44º39´56”, E6º46´35”), donde pernoctamos finalmente con unas vistas espectaculares del circo de montaña.
Durante la noche, analizamos la ruta que teníamos prevista al lago Miroir. Al ver que se ganaban 800m en 3,6km la acabamos desechando ya que era bastante soba y quedaba mucho Alpe por delante.
Ceillac – Saint Véran (28 de julio, 36km)
El área junto a las pistas de tennis resultaron ser un lugar muy tranquilo, así que la noche fue silenciosa y plácida.
Bien descansados salimos a visitar el precioso pueblo de Ceillac. Destacar la iglesia que hay cerca del ayuntamiento (Marie), más concretamente su extraño y rústico campanario.
Siguiendo la vera del rio, llegamos al final del pueblo y nos animamos a subir un poco por la ruta marcada como los “Balcons”. Un poco más arriba había bastante gente saltando en parapente y nos regalaron un rato de entretenimiento precioso.
De vuelta en la autocaravana salimos en busca del siguiente pueblo, donde tiene un fuerte enclaustrado en la roca Fort Queyras.
Para llegar al pueblo, el GPS nos la quiso jugar un par de veces. La primera nos intentó meter por una calle estrecha y dirección contraria. La segunda…nos la coló. Al cruzar el pueblo, nos hizo girar drásticamente hacia la derecha, teniendo que entrar al parking por un paso tan estrecho que casi arrancamos un balcón.
Una vez aparcados vimos que la entrada “buena” estaba un poco más adelante y accedía al aparcamiento sin ningún obstáculo más que las jardineras puestas en zigzag para obligarnos a disminuir la velocidad.
El aparcamiento es muy amplio (N44º45´22”, E6º47´43”), bien nivelado y no vimos prohibiciones de pernocta, así que lo barajamos como opción para dormir a la vuelta de nuestra ruta ese día.
La zona esta bastante chula y hay cantidad de actividades para realizar: raffting, piragua, BTT e incluso hay una sencilla vía ferrata por el río.
Nosotros optamos por la opción “jubileta”, es decir, la de subir a visitar las murallas del castillo. Abre a las 10:00 y el precio es de 10€, pero habíamos leido en una guía que su visita no merecía la pena, pero sí las vistas desde las murallas, y es lo que hicimos.
El calor estaba apretando bastante, llegando a los 29ºC…creo que allá donde vamos, siempre nos persigue una maldita ola de calor. Que agobio!
Después de comer, salimos en busca de una de las villas más altas de Europa, Saint Véran.
No cuesta demasiado llegar allí y la carretera, pese a ser algo revirada, es amplia y se circula fácilmente.
La entrada al pueblo está restringida para los visitantes, debiendo dirigirnos a algunos de los parkings destinados para ello (N44º41´58”, E6º51´55”).
El precio para turismos es de 2€ y 5€ para las autocaravanas que deseen pasar la noche. En principio, no teníamos intención, así que pagamos los 2€ y nos fuimos a recorrer las calles.
El plan era haber vuelto al parking del Fort Queyras, pero las construcciones de madera, las vistas, el ambiente alpino…nos atrapó, así que volvimos a la entrada, pagamos los 3€ de diferencia y llevamos la autocaravana hasta el área de autocaravanas (N44º41´57”, E6º51´55”), donde pasamos la noche.
Destacar que a la entrada del área hay un grifo para cargar agua y un agujero en el suelo para descargar. Tambien hay unos baños públicos. Tiene buenas vistas y está rodeada de campo.
Saint Véran – Col D´Izoard (29 de julio, 62km)
Al igual que todas las anteriores, la noche en el área fue muy tranquila. Desayunamos, preparamos a “Oli” y salimos a dar una última vuelta por la preciosa villa alpina.
Subimos a visitar la pequeña ermita que se encuentra encima del pueblo desde donde se disfruta de una panorámica del valle.
Antes de abandonar Saint Véran, paramos en la zona de carga y descarga y dejamos todo lleno. Tuvimos que movernos un poco, ya que algún “iluminado”, aparcó el coche justo en la entrada al parking, junto a la zona de agua para autocaravanas, lo que dificultó la entrada y salida de los coches.
Pusimos rumbo al pequeño pueblo de Abriés, pero antes paramos en Aiguillés (N44º46´51”, E6º52´09”) ya que es el único pueblo con farmacia (N44º46´53”, E6º52´18”) de la zona y debíamos comprar unas medicinas para “Max”, que andaba algo pochita.
Destacar que en Aiguillés hay un hospital, por lo que en caso de necesidad, sólo hay que seguir las coordenadas que os he dejado arriba.
Finalmente llegamos al parking de autocaravanas gratuita de Abriés (N44º47´20”, E6º55´50”), donde se puede pasar la noche, pero no dispone de servicios.
Fuimos a visitar el pueblo. Es chiquitín y se ven enseguida. Lo que nos pareció más interesante es que el remonte de eskí está abierto y lo usa la gente para hacer descenso en bici. No suelo llevar la mountain bike a estos viajes y así evitar la tentación…pero reconozco que me costó mucho no alquilarme una de downhill y aventurarme por esos caminos.
Antes de volver a la autocaravana cogimos unas pizzas para llevar y las degustamos tranquilamente junto a nuestras perrillas.
Después de comer seguimos la ruta con intención de llegar al final del Parque Natural de Queyras, pero al cruzar el parking que hay junto al río, la carretera se estrecha considerablemente, además de presentar un firme bastante deficiente, y como tenía pinta de ir a caer la del pulpo, dimos por finalizada esa zona y pusimos rumbo al Col d´Izoard (2360m), otro de los puntos míticos de peregrinación del ciclismo y por donde abandonaríamos definitivamente Queyras.
La subida es vertical, enrevesada y llena de ciclistas, pero nada que no hayamos superado con creces anteriormente. Recomendable detenerse en el rellano o mirador de la Platriere (N44.80754, E6.73598). Frente al mirador, de 2220m de altura, tenemos los impresionantes pedregales de la Casse Dèserte.
Se notaba que era sábado, ya que la educación de muchos conductores brillaba por su ausencia. Reconozco que le saqué el dedito a algún imbecil, mientras le mandaba recuerdos a su santa madre. Cosas del directo…
Una vez en la cima, las opciones son variadas, pero nostros optamos por el parking abalconado que hay a la derecha, nada más subir el puerto (N44º49´08”, E6º44´07”). De todas las zonas que hay, nos pareció la más protegida de las inclemencias del tiempo, algo que agradeceríamos más tarde.
La zona estaba atestada de motoristas, ciclistas y demás fauna amante de las carreteras reviradas. Anecdoticamente, unos amantes de los coches clásicos andaban subiendo y bajando el puerto con unos Masserati Mexico.
Subimos al alto que hay a la izquierda de la carretera, encima del museo y las vistas, eran más espectaculares todavía.
Unas nubes negras y un fuerte viento hizo que nos retiráramos prudentemente a la autocaravana y acertamos de pleno. Una tremenda tormenta, con granizo, truenos, rayos e incluso alguno de los jinetes del apocalipsis nos pasó por encima. Por suerte, según vino, se fue y ya nos quedamos tranquilos hasta el día siguiente.
A todos los que viajamos en autocaravana nos gusta ponernos en algún lugar con vistas, pero lo que hizo uno que llegó justo antes de la tormenta, me parece que raya lo inconsciente. Se metio en nuestra zona con una autocaravana de doble eje, casi 8 metros y se aparcó paralelo al acantilado, pero al mismo borde!! Se ajustó tanto, que para calzar la rueda que estaba más expuesta, le tubo que poner una piedra al calzo, ya que se le iba para abajo.
El agua que bajaba por la ladera, desaguaba justamente por donde estaba aparcado. Caía tanta agua, que el felpudo que puso a los pies de la escalera, desapareció. Sinceramente, pensaba que nos iba a dar algún susto, ya que tal como estaba, un pequeño corrimiento de tierra…y se convertiría en carne de Youtube.
Col D´Izoard – Col du Lautaret (30 de julio, 52km)
Durante la noche cayeron varios aguaceros hasta el amanecer, pero las nubes se fueron disipando y la mañana fue muy agradable.
Antes de abandonar Col D´Izoard hicimos un corto trekking siguiendo el camino que continua a la izquierda del parking donde habíamos pasado noche.
Nuestro siguiente destino sería Col du Lautaret, pero antes nos detendríamos en Briançon para echar gasoil en el Carrefour (N44º52´54”, E6º37´25”), ya que allí es sensiblemente más barato.
Nos pillaba de paso el área servicios (N44º53´25”, E6º37´44”), así que tratamos de llenar el deposito, pero fuimos incapaces de adivinar como narices se ponía en marcha la endiablada máquina, así que nos fuimos.
Sin mucha dificultad llegamos al parking que hay en el alto del Col du Lautaret (N45º02´09”, E6º24´15”). Después de un breve paseo por la zona, vimos que todas las autocaravanas estaban aparcadas un poco más adelante, en un área parking (N45º01´58”, E6º24´29”).
El acceso es a través de una pista no asfaltada y el parking es de hierva, pero las intensas lluvias de la noche anterior había dejado unos enormes pozos.
No nos terminó de convencer así que fuimos a una tercera opción que nos pareció más atractiva, un parking asfaltado, bien nivelado y con vistas espectaculares de un enorme glaciar (N45º02´09”, E6º24´16”).
Después de comer, decidimos que ese sería el sitio donde pasariamos la noche, así que nos animamos con el sencillo pero bonito trekking que va hacia el glaciar.
Un sendero estrecho, con mucha vegetación al principio y un impresionante acantilado nos deja en unos 45 minutos en un mirador con banquito incluido frente al glaciar.
Se estaba nublando y el viento amenazaba algo de lluvia, aun así seguimos por el camino hasta un gran salto de agua, el cual hay que cruzar con bastante cuidado.
La gente que venía detrás nuestro continuó el camino hasta lo que parece un precioso valle con vistas a otros glaciares, pero el cielo se puso un tanto oscuro así que volvimos a cruzar el salto de agua y emprendimos el camino de vuelta.
No tardó mucho en caernos un fuerte aguacero, pero como somos gente previsora, habíamos llevado chaquetas y chuvasquero, así que no hubo mayor problema.
El trekking hasta la cascada supone 1h de ida y otra de vuelta, pero es muy bonito, interesante y, porque no, emocionante. Además no tiene prácticamante desnivel, por lo que es asequible a toda la familia.
Cuando volvimos a la AC, ya teníamos otros dos vecinos a los que les había gustado ese parking para pasar la noche.
Todavía eran las 18:00, así que cogimos a las perrillas y las llevamos a las campas que teníamos enfrente y así poder jugar con ellas, ya que en la ruta que habíamos hecho no está permitido llevar perros y las pobres necesitaban desfogar.
Antes de cenar con una agradable tarde y unas vistas de lujo, planificamos la ruta del día siguiente.
Col du Lautaret – Col de L´Iseran (31 de julio, 114km)
La noche fue tranquila, aunque ventosa, por lo que nos alegramos de haber elegido ese parking más protegido del Dios Eolo.
Al igual que el día anterior, durante la mañana cayeron algunos aguaceros y la tempertura era más bien tirando a fresca, 13,5ºC, por lo que aprovechamos para hacer algunos kilómetros y avanzar algo más por la Ruta de los Grandes Alpes.
Escalamos el duro Col du Galibier, un puerto vertical, muchas tornantes pero lo suficientemente ancho como para que no haya problemas al cruzarnos con otro vehículo. Antes de coronarlo, existe la posibilidad de atravesarlo por un túnel. En ese punto la carretera se estrecha considerablemente, por lo que la opción del túnel fue muy bien acogida.
Al cruzar el pueblo de Les Verneys, unas figuras gigantes de paja nos llamaron la atención así que decidimos parar para echar un vistazo.
Hay un área parking con servicios de pago (9€ temporada baja/13€ temporada alta), pero nosotros dejamos la AC un poco más adelante, en un parking libre (N45º08´44”, E6º25´12”). Después de ver el concurso de figuras, dimos una vuelta por el pueblo, pero no es un sitio que merezca la pena. Al menos, esa es nuestra opinión.
Poco después atravesamos Valloire, una población grande donde hay cantidad de comercios, gente y tráfico. Tanto tumulto nos dio tanta pereza que no paramos.
Continuamos ruta hacia la Fortaleza de L´Esseillon (N45º12´28”, E6º44´09”) para ver el Puente del Diablo, aunque el sitio está preparado como parque aventura, lleno de tirolinas, vias ferratas, etc.
Mientras íbamos por la carretera, a la altura de Le Poncon, vimos un poste servicios (N45º17´04”, E6º52´17”), así que decidimos parar y dejar las reservas llenas. El precio es de 2€ y da 10 minutos o 100l de agua, además de luz. La descarga del químico es gratuita.
La puñeta es que para que funcione lo del agua, además del “Push”, hay que mantener pulsado el botón del agua ya que dura 10 segundos. Ese despiste nos costó otros 2€ extra.
Ya avituallados seguimos ruta hacia el pueblo de Bonneval Sur Arc, un precioso pueblo petreo de alta montaña, que además da inicio al Parque Natural de la Vanoise.
Ibamos a aparcar en uno de los parkings del pueblo donde no se puede pernoctar (N45º22´16”, E7º02´56”), pero había montado un circo y dejamos la AC junto a la carretera.
El sitio es preciso pero pequeño, así que tampoco da para mucho, por lo que en una hora, ya está todo visto, pero merece la pena visitarlo.
Teníamos apuntadas unas coordenadas de un parking más adelante y donde se podía pernoctar (N45.3752, E7.05918). En ese sitio vimos aparcadas algunas autocaravanas y además salen rutas de montaña, pero decidimos subir el Col de L´Iseran (2770m), el puerto más alto de los Alpes y ver qué tal estaba para pernoctar.
La carretera es suficientemente ancha para subir con la autocaravana y además ofrece unas vistas espectaculares de unos glaciares. Una vez arriba la zona nos pareció apta para pernoctar y al ver otras furgonetas y autocaravanas allí arriba, decidimos quedarnos a pasar la noche en ese sitio (N45º25´07”, E7º01´52”).
Col de L´Iseran – Col du Petit Saint Bernard (1 de agosto, 56km)
La noche en el puerto fue tranquila pero como estaban de obras, a primera hora de la mañana los currelas se pusieron a trabajar, pero para esa hora ya estabamos despiertos.
Después de desayunar y hacer algunas fotos más, bajamos el puerto. Por el camino vimos otro parking con autocaravanas donde parecía que se podía pernoctar. El entorno es muy bonito, río de montaña incluido, además, parece que de esa zona salen bastantes rutas.
Sin detenernos continuamos viaje hasta la población de Val dè Isére. Aparcamos en el área para autocaravanas (N45º27´16”, E6º58´09”), la cual es gratuita durante el día pero pasar la noche cuesta 9€. La carga y descarga de agua también es gratuita, así que aprovechamos la feliz circunstancia. El suelo deja mucho que desear, ya que gran parte está cubierto por astillas de madera y el resto es de tierra, así que una tromba de agua te puede dejar ahí atrapado.
El pueblo es muy bonito y está totalmente dirigido a la nieve y todo lo que le rodea. En verano se han adaptado a la nueva demanda que hay de BTT, lo que les permite abrir los remontes todo el año.
Las tiendas, pese a estar en “liquidación”, son bastante caras, pero si tenemos en cuenta que las casas que se venden por allí cuestan hasta 6 millones de euros…nos da una idea del nivel de la zona.
Hicimos unas compras en un pequeño Spar que había cerca del área y pusimos rumbo Col du Petit Saint Bernard. Subimos el puerto bastante puñetero, no tanto por lo enrevesado sino porque al cruzar los barrios, la carretera se estrecha considerablemente, haciéndonos sudar un poco, pero nada que con paciencia y buen hacer no se supere.
En Le Châtelard se encuentra la preciosa ermita de Saint Michel (45.61479, 6.86228), desde donde se puede disfrutar de la vista más difundida de Vanoise, pero es un pueblo muy pequeñito y no hubo manera de aparcar, así que seguimos ruta.
Cruzamos La Rosarie, otra población alpina con bastante animación, pero tambien sin detenernos Finalmente llegamos al paso fronterizo del Col du Petit Saint Bernard.
Tanto en la parte francesa como en la italiana hay refugios con aparcamiento, pero vimos un montón de autocaravanas en un amplio parking-apartadero entre ambas construcciones (N45º40´33”, E6º52´51”) y allí nos quedamos, ya que el sitio era amplio, bien nivelado, cercano a ambas fronteras, las vistas eran muy bonitas y si no hay nubes, se aprecia el Mont Blanc.
El día había salido bastante bueno pero poco a poco se fue estropeando. Aun así, después de comer nos aventuramos a intentar la sencilla ruta que sale frente al hospedaje frances y llega al bonito Lac Longet, desde donde se disfruta de una vista fantástica del Mont Blanc, o al menos eso dicen, ya que nos encontrábamos a medio camino cuando una tremenda tormenta nos atrapó.
En alta montaña las tormentas son muy peligrosas ya que los rayos caen relativamente cerca y no es raro que le caiga a algún montañero despistado encima. Se pareciaba que nos estaba bordeando, por lo que bajamos lo más rápido posible, pero llegó un momento en el que no había escapatoria, así que nos pusimos los chuvasqueros y, nunca mejor dicho, aguantamos el chaparrón.
Llegamos a la autocaravana hechos una auténtica sopa, pero sanos y salvos, así que nos quitamos la ropa rápidamente y nos pusimos ropa seca. Lo malo no es mojarse, sino enfriarse.
Más calmandos, disfrutamos de una impresionante tormenta de alta montaña desde la cabina del conductor, por donde caia un auténtico rio.
Recordamos la experiencia de cuando visitamos los Alpes Suizos, donde había que hacer las rutas por la mañana ya que por la tarde lo más normal es que te caiga una tormenta de este pelo, así que decidimos adaptar nuestra rutina y abandonar las rutas de tarde, salvo que el tiempo esté muy asegurado.
Este punto en el que nos encontrábamos era la entrada al Valle de Acosta y el inicio de una ruta llamada la de los gigantes que va por el Mont Blanc, el Cervino y el Monte Rosa, además de los dos Col du San Bernard, el petit y el grand, destinos míticos incluidos en nuestro plan de ruta.
Col du Petit Saint Bernard – Rhêmes Notre Dame (2 de agosto, 76km)
Una vez más, después de la tormenta, llegó la calma y pasamos una apacible noche.
Por la mañana miramos el Google Maps y vimos que el Lac Longet estaba justo encima de donde estábamos aparcados, así que con mejor tiempo volvimos a intentar llegar hasta allí, pero por una ruta distinta.
A 50 metros del paso Italiano sale un camino a la derecha que en 35 minutos llega hasta el lago. El lugar es precioso y había gente pescando allí. La pena que hacía viento y, pese a tenerlo en frente, no pudimos ver el Mont Blanc reflejado en él.
Regresamos por el mismo camino de subida y fuimos a investigar la zona italiana. Detrás del remonte, donde había aparcada una AC con unas vistas espectaculares, se puede ver el lago Berney.
Nos quedamos con pena de bajar a visitarlo, pero al final se nos iba a hacer tarde y nos conformamos con disfrutarlo desde arriba.
Detrás del paso está la antigua frontera italo-francesa, unas ruinas romanas y, como no, una calzada romana que baja hasta el lago Verney.
De regreso en la AC estuvimos charlando con nuestros “vecinos”, un matrimonio de Gandía que eran toda una institución en el mundo del autocaravanismo. 40 años viajando y disfrutando de este modo de vida.
Finalmente nos pusimos en marcha y descendimos el Col du Petit San Bernard hacia la vertiente italiana. Nada más llegar a Thuile vimos a la derecha unas autocaravanas aparcadas en el parking de un hotel en lo que parecían aparcamientos de autobuses (N45º42´57”, E6º56´45”), pero como ya era la hora de comer y había un sitio, allí fuimos.
Dimos una vuelta por el bonito pueblo fronterizo y visitamos las tiendas de souvenirs, donde había cosas preciosas pero exageradamente caras. A lo que no nos pudimos resistir es a coger un par de deliciosos helados italianos que nos fuimos comiendo de regreso a casa, perdón, a la autocaravana.
Si queréis subir al Mont Blanc, lo podéis hacer desde el pueblo Courmayeur, donde hay un parking junto al teleférico que sube hasta la cumbre (N45.81427, E6.95612). Nosotros ya lo visitamos en un viaje anterior, así que seguimos hasta lo que sería nuestro lugar de pernocta Rhêmes Notre Dame, en el Parque Nacional Gran Paradiso.
Un puerto lleno de tornantes nos ayuda a coger altura y nos deja en una pequeña villa hotelera dirigida plenamente al eskí, Chanavey. En la entrada hay un área servicios con barrera, a la que se accede metiendo monedas (45°34’46.7″N 7°07’27.1″E).
Según metes las monedas te va marcando la hora de salida. El mínimo eran 0,50€ y te daba una hora. Metimos 8,50€ lo que nos daba margen hasta las 12:00 del día siguiente.
El área, además de agua, dispone de postes de luz, lo que nos vino bien para cargar todos los aparatos electricos que llevabamos encima. A modo de anécdota, decir que para que la luz funcione, una vez te has enchufado hay que levantar una palanquita azul para que se active el borne.
Junto al área hay un caudaloso río y con vistas a la cumbre de Granta Parei, una cumbre que aloja nieve perpetua en sus laderas.
Fuimos a dar una vuelta por el pueblo y además de un montón de hoteles vimos que se allí se encuentra el punto de información del Parque Natural.
Agotado el día nos retiramos a cenar acunados por el agradable sonido del agua.
Rhêmes Notre Dame – Lillaz (3 de agosto, 53km)
Después de dormir plácidamente, salimos hacia el último parking con intención de hacer la ruta que sube al refugio Benevolo.
Por el camino, vimos que a 1km escaso, estaba el pueblo de Notre Dame, con más animación, tiendas y dos parking gratuitos llenos de autocaravanas. La verdad, es que no hubiesen sido mala opción para pasar la noche, aunque el área donde pasamos la noche, con el arrullo del río, electricidad y una barrera que impide el paso a coches no fue ninguna mala opción.
Una vez llegamos al parking de inicio de ruta (N45º32´38”, E7º06´20”), pagamos 0,80 céntimos, lo que nos dio hasta las 16:00. Al solo ser de pago de 08:00-20:00, si metía 1€, nos daba hasta el día siguiente y no era plan.
Paralelos al caudaloso río y rodeados de cascadas, realizamos el precioso trekking que llega hasta el refugio Benevolo. Los carteles marcan 1h 30 min de subida y 1h de bajada, pero nosotros, a ritmo tranquilo y haciendo fotos, tardamos 2h en subir y 1h 15m en bajar. No es muy técnico, por lo que es apto para toda la familia, pero si que es recomendable ir con calzado adecuado y palos.
El paraje es impresionante, rodeados de cascadas, saltos de agua, multitud de mariposas y una flora que nos envolvía con su embriagador aroma te acompañan durante todo el recorrido. En el Refugio es posible comer, pero era una hora un tanto mala; muy pronto para comer y además las nubes no auguraban nada bueno, así que después de descansar un poco, apuntamos las botas hacia la autocaravana y volvimos por donde subimos.
Después de comer pusimos ruta al pueblo de Cogne, pero estaban en fiestas y el área, pese a tener algún sitio, estaba a tope, lo que nos echó para atrás, así que dirigimos nuestras ruedas al área servicios del pueblo vecino de Lillaz (N45º35´47”, E7º23´13”), una zona mucho más agradable y con mejores vistas, donde echamos el ancla hasta el día siguiente.
El precio en temporada alta es de 11,70€ por pasar la noche, 2,50€ por la luz y 0,80€ por una tasa municipal. Durante el día es gratuita y se puede hacer uso de la zona de carga y descarga de aguas.
Dimos una vuelta por el pueblecito y en un paseo de 15 minutos, llegamos a las bonitas cascadas de Lillaz, reclamo turístico de esta localidad.
Una vez de vuelta, vimos que una camper francesa se había ido, dejando un sitio muy bueno, así que nos movimos y allí nos quedamos. A eso de las 20:00 vino la chica que cobra el parking, 15€ luz incluida. Hasta ahora es el área más cara en la que hemos estado en este viaje, pero hay que tener en cuenta que ya hemos entrado en una zona mucho más turística, el entorno es precioso, el suelo está asfaltado y hay una pequeña campa de esparcimiento junto al río y eso, se paga.
Lillaz – Lillaz (4 de agosto, 0km)
El área de Lillaz no es comparable a los espacios naturales en los que habíamos dormido hasta ese momento, pero sí que era bastante más atractiva que la mega-área de Cogne, así que para visitar esa bonita villa, en vez de mover la autocaravana cogimos el autobus gratuito que sale del puente a la entrada al pueblo. Se puede llevar perros, pero hacía bastante calor, así que las dejamos en la autocaravana con el turbovent a tope, para tratar de apaliar la sofoquina.
Cada 40 minutos hay un bus que hace el recorrido Lillaz-Gimillian, parando en Cogne, por lo que no merece la pena andar moviéndose. También se puede hacer andando por una senda que hay junto al río, pero es casi 1h de ida y otra de vuelta, más lo que andes por Cogne, así que es para pensárselo.
El pueblo es muy bonito, con tiendecitas y bastante ambiente. Compramos pan y un postre típico, que es una especie de pan dulce con pasas, zumo de albaricoque y no se que historias más, y mientras hacíamos tiempo hasta que nos recogiese de nuevo el autobús, comimos un riquísimo helado italiano sentados en la plaza del pueblo con vistas al glaciar.
Una vez de vuelta en la AC, sacamos a las perrillas, comimos y salimos a visitar de nuevo las cascadas, pero esta vez subiríamos hasta arriba, desde donde se disfruta una bonita vista.
Antes de cenar estuvimos valorando si al día siguiente iríamos a Aosta o lo dejaríamos pasar, ya que pese a ser una ciudad importante, es una gran urbe y eso nos da mucha pereza. Otra opción más apetecible era la de ir al Paso de Saint Bernard, que ya visitamos hace unos años, pero esta vez por la vertiente italiana. De todas formas debíamos pasar por Aosta, pero la segunda opción era la que más pesaba en la balanza.
Lillaz – Col Du Grand Saint Bernard (5 de agosto, 93km)
Durante la noche del viernes al sábado la afluencia de autocaravanas fue bastante grande, aún así, dormimos bastante bien.
Después de cargar y descargar aguas pusimos rumbo a un destino que en su día nos maravilló, el Col du Grand Saint Bernard.
Conducir por Italia es toda una aventura. Las señales de tráfico son meras sugerencias, los conductores son mal educados y no esperes mucha coordialidad cuando te veas en esas terribles tornantes con la autocaravana.
Atravesamos Aosta y, efectivamente, la gran urbe nos dio tanta pereza que no paramos ni a ver lo que podía ofrecernos.
A la hora de subir el enrevesado puerto que lleva a la frontera italo-suiza, rizamos el rizo en lo que a conducción extrema se refiere. Buen tiempo, sábado, agosto, 11:00am…y una carrera cicloturísta con tráfico abierto y meta en el alto.
Si a estas alturas teníamos el carnet de conductor de acero, ese día nos ganamos el mastermegaplus. Había que ir adelantando ciclistas con un intenso tráfico en dirección contraria. Como ya os he comentado antes, no esperéis educación vial por parte de los italianos, quienes bajaban a toda leche, comiéndose nuestro carril con turismos pequeños, mientrás nos levantaban la mano en plan “mafia”.
El momento más subrealista lo vivimos cuando una moto, adelantaba a la bici eléctrica, que nos adelantaba, mientras rebasábamos a un ciclista en una tornante….sin palabras.
Superados los 14 kilómetros de infiernos de una pieza, nos vimos obligados a seguir, ya que, al estar la meta en el alto, detenerse allí era algo imposible.
Con más estrés de lo que un ser humano debería soportar bajamos a la zona suiza y nos quedamos en un parking con vistas a un lago artificial (N45º54´10”, E7º11´51”). Las vistas eran muy bonitas y tampoco parece un mal sitio para dormir, de hecho una autocaravana suiza que llegó a la vez que nosotros, allí se quedó.
Después de comer cogimos a las perrillas y bajamos hasta el lago para estirar las piernas. Había gente pescando, y a juzgar por los coches aparcados junto a nosotros, debe ser lo habitual.
Sobre las 18:30 volvimos a subir el puerto y la cosa ya estaba más tranquila. La gente se estaba llendo a sus casas y las autocaravanas comenzábamos el juego de las sillas. Finalmente conseguimos aparcar junto a la barrera de la frontera (N45º52´08”, E7º09´55”), en la zona asfaltada, con buenas vistas del lago, relativamente bien nivelados y con fácil incorporación a la carretera.
Salimos a dar una vuelta pero una intensa niebla se nos echó encima, cubriéndolo todo, así que nos retiramos a la AC a descansar un poco, que ese día, nos lo habíamos ganado con creces.
Poco después se puso a tronar y nos calló una buena tromba de agua y granizo.
Col Du Grand Saint Bernard – Breuil-Cervinia (6 de agosto, 83km)
La noche en el paso fronterizo fue bastante tranquila, pese a que hubo tráfico de motos hasta las 23:00, algo difícil de imaginar con la climatología tan adversa que hizo. Para que os hagáis una idea, la temperatura pasó de 29ºC a 8ºC a lo largo de la noche.
Después de dar un ultimo paseo por allí, pusimos rumbo a nuestro siguiente destino, Cervinia.
Pese a los ya habituales adelantamientos en linea continua, el trayecto fue tranquilo. Tratamos de visitar el bonito pueblo de Etroubles (N45.819341, E7.227573), pero al ser domingo y haber feria, nos fue imposible aparcar, por lo que seguimos nuestro camino.
Llegamos a la hora de comer al área servicios de Breuil-Cervinia (N45º55´34”, E7º37´14”), pueblo que se aposta a los pies de la imponente pirámide de piedra, el monte Cervino, conocido como el Matterhorn en la vertiente suiza.
El precio del área es de 7,8€/día y 5€ si se quiere hacer únicamente uso de la carga y descarga, pero cuando llegamos no había nadie allí, así que aparcamos en una de las largas pero estrechas plazas del parking asfaltado.
Puede parecer que nos quejamos demasiado o que somos un poco tikismikis…pero, como el parking es muy grande, la gente aparcaba una plaza si y otra no, dejando algo de espacio entre las autocaravanas. Bien, pues a nosotros se nos encajó un italiano de tal manera que casi no podíamos abrir la ventana del comedor…sin más…son así. Al menos, el lado de la puerta lo teníamos libre.
Dejamos el escalón de la autocaravana sin recoger, más que nada por si algún iluminado tenía la idea de terminar el sandwinch que había iniciado su compatriota, y nos fuimos a visitar Breul-Cervinia.
Hay dos caminos para ir, pero nosotros optamos por cruzar la carretera y pasamos por la gasolinera, ya que era el más corto (10 minutos aprox).
La población está orientada hacia el turismo de nieve, aunque también se están adaptando a la nueva demanda de la BTT, por lo que se pueden alquilar bicis de enduro eléctricas para degustar las fuertes pendientes de las pistas de eski.
El pueblo…como decirlo sin que suene desagradable…lo han fastidiado a base de bien. Un impresionante valle, con el simbolo del Toblerone de fondo bien se merecería unas construcciones más acordes a un ambiente alpino, no esas monstruosidades de edificaciones más típicas del suburbio de cualquier ciudad grande. Una pena.
Quitando dos o tres casas, el resto afean lo que bien podría haber sido un paraíso.
Paseamos por la atestada calle principal, compramos pan y queso Fontina, típico de esta zona, en una tiendecita apartada y subimos por una de las pistas de eskí para alejarnos un poco y poner imaginación a un entorno tan exclusivo.
De vuelta en la Autocaravana cogimos a Max y nos fuimos los cuatro al Lago Bleu, que se encuentra a escasos 10 minutos del área y se puede hacer la típica foto del Matterhorn, perdón, Cervino, reflejado en sus aguas.
La temperatura estaba bajando drásticamente, así que sobre las 19:00 nos retiramos a la autocaravana a descansar.
Breuil-Cervinia – Gressoney La Trinité ( 7 de agosto, 94km)
Pese a tener al “rey del área” como vecino, se retiraron pronto a dormir, por lo que la noche fue tranquila.
A las 8:30 el responsable de cobrar el área ya andaba dando vueltas por allí, así que salimos en su busca, le pagamos los 7,80€ y así pudimos seguir a lo nuestro.
Después de cargar y descargar aguas pusimos rumbo a lo que sería nuestra última aventura de este viaje, el macizo de Monte Rosa.
Pusimos en el Tom Tom las coordenadas de un área servicios que se encuentra al final de esa carretera (N45.856263, E7.813670) y nos pusimos en marcha.
Primero paramos en la población de Valtournenche (N45º53´07”, E7º37´26”), la cual tiene fama de tener unas casas que merecen la pena ver, pero tampoco nos pareció para tanto. De vuelta a la autocaravana compramos pan y un postre típico de esta zona.
Seguimos ruta e hicimos una “friki-parada” en el parking desde donde se aprecia la Fortaleza de Bard (N45º36´55”, E7º44´31”), la cual salió en la peli de «Los Vengadores» (2014).
Un poco más adelante, en Donnas, paramos en otro parking, pero en esta ocasión para visitar un resto importante de lo que fue la Via delle Gallie (N45º36´07”, E7º45´34”). Paseamos por la antigua calzada romana, cruzamos el arco y después de un montón de fotos, seguimos hasta el Pont San Martín, donde se puede visitar un importante puente romano.
Fuimos a un parking apartado (N45º36´00”, E7º47´35”), donde había otras autocaravanas y según parece, se puede pasar la noche sin problemas. La idea era comer y después ir a visitar el puente romano, pero hacía un calor insoportable, además el turbovent no funcionaba bien y la clarabolla principal, tampoco la podíamos abrir, ya que se fastidió el cable de apertura justo antes de emprender viaje, así que los 32ºC nos hicieron desistir y vimos el puente al atravesar el pueblo.
Poco después iniciamos nuevamente un ascenso por otra enrevesada carretera en busca del Valle de Lys.
Vais a perdonarme esta pequeña interrupción en el relato, pero es que tengo una duda existencial que tal vez vosotros/as me podáis resolver. En el manual de conducción italiano, ¿hay algún apartado en el que se aconseje llevar siempre una rueda sobre el carril contrario?, de verdad, vaya estrés es conducir por esas carreteras endiabladas cuando tienes la sensación de que todo el mundo tiene el cometido de arremeter contra ti.
Italia, estoy seguro de que es un gran país y sus personas son encantadoras, pero de corazón os digo que no deberían conducir. Van a una velocidad desmesurada por unas carreteras infernales y adelantando por línea continua en zonas sin visivilidad, obligándote a tirarte al arcén cada vez que viene uno de frente. Disculpadme la reflexión, pero es fruto de mucho estrés y frustración. Continuo con el relato.
Escalado el puerto, llegamos hasta el área de servicios que teníamos marcada en el GPS y, pese a tener unas vistas increibles del Monte Rosa y estar cerca del telecabina que te sube hasta arriba, ver tanta autocaravana pegada nos echó para atrás. Con una noche así ya habíamos tenido suficiente.
Como no necesitábamos llenar nada, volvimos al pueblo anterior, Gressoney La Trinité y echamos el ancha en un amplio parking lleno de autocaravanas (N45º49´57”, E7º49´16”). La verdad es que ese aparcamiento es todo un chollo; dispone de agua potable, WC, un puentecito que te lleva a una zona verde y está junto al pueblo.
La población tiene un aire austriaco y la verdad es que es sencillo, pero muy bonito. Tiene bastantes hoteles y restaurantes. El paseo por el río es una gozada. Hay camino por ambas vertientes y tienes el macizo nevado de frente.
Según las previsones meteorológicas, al día siguiente vendría un día de perros, así que aprovechamos para dar un largo paseo con las perrillas, por si al día siguiente tocaba quedarse bajo techo.
Gressoney La Trinité – Montgenèvre (8 de agosto, 191km)
La noche en el parking de Gressoney La Trinité fue tranquila y el entorno agradable, por lo que descansamos bien.
Las previsiones meteorológicas amenazaban con cumplirse y la mañana se levantó bastante fría y gris, por lo que levantamos el campamento y bajamos a visitar el pueblo de Gressoney St. Jean.
Casualmente había una pequeña feria artesanal, así que aparcamos junto a la carretera y fuimos a visitar la preciosa villa alpina.
El pueblo tiene mucho ambiente, con tiendas, bares, panaderías, pastelerías e incluso un pequeño supermercado. Las casas tienen una marcada influencia austríaca, lo que lo convierte en un sitio digno de ser visitado.
El mercado no es que fuese muy grande pero encontramos cosas interesantes y al final “picamos” con algunos detalles de decoración para nuestra casa.
A media mañana el cielo gris y plomizo cumplió su promesa y comenzó a llover, así que nos tuvimos que refugiar en una galería donde hay unos cuadros que representan un via crucis.
La galería tendrá unos 30m de largo y nosotros nos encontrábamos solos y ligeramente apartados, bueno, pues dos italianos se acercaron con sus 5 hijos y acabaron encima nuestro…literalmente. Uno de los tios me llegó a pisar!!! Para colmo, cuando vinieron las mujeres de hacer compras, entraron en la galería con los paraguas abiertos y cuando casi me sacan un ojo, decidimos marcharnos. De verdad…que gente más mal educada.
Volvimos a la AC a comer y valoramos el plan de viaje, ya que la idea era haber subido en el telecabina al Monte Rosa y así culminar la ruta de los gigantes antes de volver a casa, pero el tiempo era muy malo y las previsiones solamente daban una pequeña ventana de 3 horas al día siguiente, así que con bastante pena adelantamos un día el plan y comenzamos el camino de regreso.
El tiempo era realmente malo así que no quisimos arriesgarnos por esas carreteras sin ley y cogimos la autopista dirección Briançon.
La idea era hacer noche en el área servicios de allí y luego dar una vuelta para comprar nuestra ansiada sidra bretona, pero dormir en un área de ciudad nos dio bastante pereza, así que al final acabamos en el área servicios de Montgenèvre (N44º56´02”, E6º44´07”), la cual ya conocíamos de un viaje anterior.
Aparcamos, nos enchufamos al poste servicios y nos relajamos lo que quedaba de tarde bajo una intensa tormenta.
Al pasar el puesto fronterizo hay un parking a la izquierda lleno de autocaravanas y muy tentador, pero no es aconsejable ya que los gendarmes te multan si pasas allí la noche. Lo sabemos por experiencia.
Montgenèvre – Vinassan (9 de agosto, 484km)
La noche en el área fue tranquila pero con una tormenta del copetín. Agua, granizo, viento…haber descendido y buscado el refugio de un área fue un gran acierto.
Esa mañana se nos pegaron un poco las sábanas y para cuando nos levantamos ya andaba todo el mundo danzando, así que nos dimos vidilla y dejamos la labor de las aguas hecha.
El funcionamiento del área es un tanto peculiar, así que os dejo la explicación completa:
Tanto la entrada como la salida cuentan con dos barreras. La primera se abre por cercanía y la segunda mediante tarjeta. La de entrada, al retirar la tarjeta que de da la máquina y la de salida, al meterla después de haber pagado.
En medio hay una caseta donde se encuentra la máquina de pago (13€/día). Al otro lado de la misma caseta hay una zona con grifos. Los de la izquierda son de agua no potable y se utlizan para limpiar el wc después de vaciarlo en un depósito con tapa que hay a la izquierda de la puerta. Los grifos de la derecha son de agua potable y para llenar el depósito de la AC se puede hacer de dos maneras: a mano, mediante garrafas o aparcando frente a la puerta y con una manguera algo larga.
Al lado de la caseta se encuentra la zona de vaciado de aguas grises, aunque algunos se empeñen en echar allí también las negras.
Las plazas no están marcadas pero hay muchas y variadas. Además, cada poco hay postes para engancharse a la luz con enchufes para 4 ACs.
Las basuras se encuentran junto a una caseta que hay después de la barrera de salida.
Hecho todo esto, pusimos rumbo a Briançon, concretamente al Carrefour, donde echamos gasoil, compramos queso, sidras y algunos regalitos.
Con el maletero a tope, pusimos rumbo a casa. Fuimos por general hasta que nos hartamos de rotondas y atravesar pueblos y al final acabamos cogiendo la autopista.
Poco antes de Béziers nos cruzamos en un peaje con un ejército de bomberos y en el cielo vimos 6 hidroavinones cargando agua para apagar otro incendio bastante grande.
No es de extrañar, ya que el entorno es muy seco y el riesgo de incendios es alto. Sin ir más lejos, cuando paramos a comer, junto a un secarral con un cartel advirtiendo de lo de los incencios había un montón de colillas en el suelo.
La idea era dormir en el área de Carcassone, pero al ser agosto y bastante tardecito, no las teníamos todas con nosotros, así que no quisimos quedarnos sin sitio donde dormir y tanteamos algunas opciones menos turísticas.
La primera fue la que nos sirvió, la del área servicios de Vinassan (N43º12´15”, E3º04´25”).
Hay relativamente bastante sitio, el suelo está nivelado y hay mucho árbol para proteger del sol. Además de servicios de carga y descarga de aguas, hay postes de luz repartidos por todo el parking. A la entrada hay una barrera, la cual nos la encontramos abierta y leimos que había que sacar el ticket (8€) y dejarlo en sitio visible, para que la policía municipal pudiese comprobar que habíamos pagado, pero la máquina no acepta efectivo y la VISA tampoco nos la cogió, así que aparcamos de ilegales. En caso de recibir la visita de las autoridades, supongo que no tendríamos problema en explicarles la situación y hacer el pago en mano.
Al lado del área hay una pizzería donde hacen pasta, pizzas y alguna cosa más para llevar, así que ese día cenamos pizza, muy, muy rica, por cierto.
Vinassan – Vitoria (10 de agosto)
Después de una noche tranquila, recogimos y nos pusimos en marcha hasta llegar a casa. Esta es la peor parte, el viaje de vuelta se hace largo y la pena por el término del viaje te embarga aunque siempre te animas un poco haciendo planes para el próximo viaje.
Vídeo del viaje por los Grandes Alpes en autocaravana
Documentación
- Guía de los Alpes de Antxon Iturriza
- Mapa de carreteras de los Alpes franceses, italianos, austriacos, suizos y eslovenos
- Blog Ruteandoproac y su viaje a los Grandes Alpes
- Web de turismo del Valle de Aosta
- Blog Los Alpes 2010
- Blog The land is ours
- Web de turismo de Francia
- Web de rutas Wikiloc
- Foro de Acpasion
Gastos
- Peajes: 213,8€
- Gasolina: 381,5€
- Parkings y áreas de pernocta: 80€
- Cargas y descargas de aguas: 7€
- Comida, restaurantes, regalos: 201,39€
- Total: 883,69€
Juan Carlos
Impresionante relato. Conocemos bastante bien los Alpes, pero vuestro viaje es de lo más completo. Te tomo ideas. Gracias y saludos !
Unknown
Qué tal las bajadas de los puertos, como se comportó la autocaravana. Nosotros tenemos más miedo a bajar que a subir.
Muchas gracias por el relato.
ac-viajero
Hola Ángel:
Las bajadas, si vas despacito, en marchas cortas y teniendo en buenas condiciones los frenos, no hay problema ninguno. Tened también en cuenta el peso límite de la auto, no la llenéis hasta los topes y vayáis sobrepasados. Las subidas cuestan más por el peso de la auto y por las curvas tan cerradas, hay que ir en primera o segunda, pero con calma y despacio, todo superado. ¡Además con esos paisajes es imposible ir rápido por esas carreteras!
marta
Buenas tardes,
Queremos hacer parte de vuesta ruta y tambiem llevamos perro, un pastor catalan.
Tuvisteis algun problema en las fronteras/aduanas de Francia, Italia o Suiza?
Gracias por compartir vuestro viaje, ha sido de gran ayuda para programar el nuestro.
Salut y kilometros
Marta y Jordi
ac-viajero
Hola Marta, nunca hemos tenido problemas en las fronteras ni nos han pedido papeles y mucho menos cuando vamos por zonas de montaña.
Un saludo y disfrutad del viaje!
Alpes franceses autocaravana
La verdad que hice la ruta de los alpes en caravana y fue una pasada. Lo recomiendo 100% ya que es una ruta con unos paisajes impresionantes y una gran gastronomía. Muy buen artículo
autocaravanerosviajeros
Gracias! Es un sitio precioso e inolvidable, nosotros seguro que volveremos más veces.