Después de un año sin poder viajar debido a un problema familiar, el destino se vuelve de nuestra parte y el espíritu nómada nos invade de nuevo.
Este año hemos podido viajar en la semana de pascua, evitando los días claves de la masificada Semana Santa y el destino elegido para nuestro resurgir con la autocaravana ha sido la región de Aveyron en Francia, en pleno corazón de la región de Midi-Pyrenees.
Cuenta con muchos atractivos: un parque natural que abarca cerca de un tercio del departamento; gargantas salvajes y lagos idóneos para la práctica de la pesca y las actividades acuáticas pero nosotros queríamos conocerlo por su gran legado de pueblos medievales catalogados muchos de ellos como los pueblos más bellos de Francia.
Además, queríamos aprovechar esta época para no sufrir el calor insoportable que hace en Francia en verano.
9 de abril: Vitoria – Najac (549km)
Con el ritmo viajero algo perdido, nos costó muchísimo salir de casa. Que si me he dejado esto, que si voy a por aquello, que si…vamos, que nos dieron las tantas para cuando arrancamos. Parece mentira que lleváramos 2 días preparando la autocaravana.
Con intención de llegar del tirón a nuestro primer destino, cogimos la autopista francesa y no la dejamos casi hasta el final del día.
Kilómetros, asfalto y peaje…menuda rutina más chunga para iniciar un viaje después de tanto tiempo, pero salvo que tengas muchos días, viajar en Francia fuera de autopistas puede llegar a ser una auténtica tortura. Esta gente se aprendió bien la lección de “la rotonda”, pero no se leyeron siquiera la de “la variante” y si te sales del yugo de los peajes, te meterás de cabeza en un infierno que atraviesa hasta el último de los pueblecitos.
El viaje por la autopista se nos estaba haciendo bastante monótono, así que cuando llegó la hora de comer paramos en un área de descanso con un nombre que prometía: “Pic du Midi”.
Pensábamos que tendría vistas o incluso alguna escultura en honor al macizo montañoso, pero no…no fue el caso. Un área sosa, sin vistas y sin sombra.
Mientras paseábamos a Brandy y estirábamos las piernas, vi a un pobre autocaravanista francés intentando llenar el depósito de gasoil con una garrafa gigante a la vez que se peleaba con el embudo, así que hice alarde de buena persona y me acerqué a sujetarle el embudo.
No se francés, pero los juramentos que soltaba aquel buen hombre los entendí perfectamente…jaja. Le intenté explicar lo que te soluciona la vida ponerle una ventosa al embudo, de manera que se quede derecho el solo, dejándote ambas manos libres, pero no se si me llegó a enteder. “Orbuá – Orbuá” y seguimos con nuestro camino.
El último tramo del trayecto lo hicimos “fuera de pistas”, es decir, que nos arriesgamos a dejar la autopista. 400 rotondas y 174 caminos sinuosos después, llegamos nuestro destino, al área servicios de Najac (44.221613, 1.9675153).
Se trata de un área con suelo de asfalto, bien nivelada y con sitio para unas 12 autocaravanas. Tiene zona de carga y descarga de aguas, al igual que un wc exterior, lo que puede hacerla interesante para campers. Es de pago, por lo que para entrar tiene una barrera, pero fuera de temporada es gratuita, al menos eso decía la nota pegada en la máquina de la entrada. La barrera estaba abierta, así que entramos y después de localizar el sitio con menos niños jugando o lleno de trastos de otras campers, echamos el ancla.
El área está a los pies de la ciudad medieval, junto a una especie de resort con piscina y deporte de aventura, pero al estar en temporada baja, no había mucha actividad.
La verdad es que la zona es bastante chula e invita a pasear por la rivera del río o entre las casas antiguas hasta el puente cercano, desde donde vimos la enorme cuesta que lleva hasta la ciudad de Najac.
Se puede subir andando por una senda de monte o por la carretera pero hicimos un cálculo del desnivel que había que salvar y decidimos en una fracción de segundos que subiríamos en la autocaravana al día siguiente.
Terminado el paseo, vuelta a la autocaravana para cenar, leer un poco y a la piltra.
10 de abril: Najac-Najac (6km)
Pese a que por el día hizo calor, durante la noche la temperatura bajó bastante, así que la manta gorda no sobró.
La noche fue tranquila y como el plan era visitar Najac, no nos dimos demasiada prisa. En un principio, la idea era la de visitar la ciudad medieval y después arreglar el grifo de la ducha que nos perdía agua, pero cuando bajé de la autocaravana vi un enorme charco en la parte de atrás las prioridades cambiaron.
Desatornillador en mano, luché contra los embellecedores que tapan los tirafondos que sujetan el panel de la ducha. No sin esfuerzo ni libre de juramentos, conseguí quitarlos y después, sin mayor dificultad solté el panel de plástico. Con las tuberías al aire, pude confirmar que el problema estaba en el propio grifo, que perdía agua por todos los lados. Por mis escasos conocimientos la reparación del grifo era imposible, así que lo solté y precinté las mangueras para que no perdieran agua.
Localizamos un Narbonne (tienda de accesorios para autocaravanas) a unos 58kms de nosotros en Albi.
Ese día era festivo en Francia, por lo que la reparación de la ducha tendría que esperar al día siguiente.
Sin mucho más que poder hacer a este respecto, recogimos todo, dejamos el panel de la ducha desmontado y arrancamos la autocaravana para ir a un parking a las afueras de Najac.
Según nos dijeron unos compañeros autocaravanistas, hay una media hora aproximadamente andando desde el área, pero teníamos intención de ver la ciudadela medieval a fondo, por lo que nos era más cómodo subir con la casita hasta arriba.
Recorrimos los 3kms de empinada cuesta y aparcamos en el parking que habíamos fichado por el google maps (44.218831, 1.987716).
El parking es muy grande, con algo de cuesta pero la verdad es que tampoco nos pareció un mal sitio para quedarse. De hecho, compartimos espacio con varias autocaravanas.
Najac es una villa medieval que se encuentra situada a la entrada de las gargantas del Aveyron y está clasificada como uno de los pueblos más bellos de Francia.
En lo alto se sitúa la fortaleza real del siglo XIII y paseando por las callejuelas puedes contemplar las pintorescas casas con tejados de lajas, su iglesia gótica, las bonitas fuentes o los miradores sobre el apacible valle del Aveyron.
Arrancamos la visita desde el parking y atacamos a la empinada ciudadela medieval desde su parte más alta.
Paseamos por sus estrechas calles, con casas de esas que no hay una sola esquina a escuadra. Subimos hasta el castillo, aunque no entramos a verlo. Son 6.5€ la entrada y permiten perros, pero no nos apetecía especialmente ver el castillo por dentro.
De ahí bajamos hasta la enorme iglesia de la localidad y después, volvimos a la autocaravana a comer y descansar un poco los pies.
Tras llenar la tripa, hicimos una segunda incursión por Najac y a media tarde, volvimos al área donde habíamos pasado la noche anterior.
Estuvimos pensando si acercarnos a Albi y ahorrarnos ese viaje al día siguiente, pero la idea de dormir en un área de ciudad no nos sedujo demasiado, así que nos quedamos donde estábamos.
Como anécdota deciros que pese a que no cobraban el área, la electricidad funcionaba, así que nos enchufamos y aprovechamos a cargar todos los aparatos electrónicos.
Sin mucho más que hacer, aprovechamos para relajarnos, editar algunos vídeos que tenía pendientes y finalmente, terminamos el día con un paseo por la rivera del río hasta agotar las últimas luces del día.
11 de abril: Najac – Albi – Belcastel – Peyrusse-le-Roc (180,7km)
Las autocaravanas y campers con críos se habían ido a lo largo del día y únicamente quedamos en el área 4 autocaravanas de parejas sin infantes, así que las últimas horas del día anterior y la noche fue tremendamente tranquila.
Dormimos como lirones y a eso de las 7:00am nos pusimos en pie para iniciar la rutina: desayunar, recoger, reponer aguas vaciar químico y salir pitando hacia el Narbonne de Albi, en busca del tan necesario grifo de ducha.
Después de dejar las carreteras sinuosas, nos metimos de lleno en la gran urbe. Sabíamos que Albi era grande, pero no imaginamos que lo fuera tanto.
Después de pelear con el intenso tráfico llegamos a la meca de los recambios para autocaravanas: Narbonne (43.893839, 2.157950).
Merodeamos un rato por la tienda hasta que un simpático dependiente nos confirmó lo que sospechábamos, no había stock de grifos de ducha. Tenían de todo lo demás, pero justamente de ducha, no.
Un tanto desalentados abandonamos el comercio y pusimos nuestras esperanzas en otro lugar de venta de autocaravanas y accesorios que habíamos pasado poco antes de llegar al Narbonne, “Albi Camping-Cars”(43.895727, 2.153111).
Grifo en mano entré y un chaval la mar de majo me dio el repuesto que tanto ansiaba. Es curioso, porque le dije que no hablaba francés y entonces me habló tranquilamente en su lengua, con una velocidad moderada y ¡¡le entendí casi todo!! Está claro que, si les da la gana, se hacen entender.
Aproveché y ya compré todo: grifo, manquera y ducha, ya que la nuestra tiene 14 años y una renovación no le venía mal.
Probé a montar la ducha antes de abandonar el sitio y, zas, la primera en la frente. Bueno, la primera no, porque el grifo de ducha entró perfectamente, sino la segunda. La manguera tenía diferentes diámetros en cada lado, por lo que la ducha roscaba, pero no la alcachofa, así que volví al comercio, pero no tenían más. El chaval, un tanto apenado, me indicó un Leroy Merlin en Albi donde encontraría la manguera que necesitaba, así que devolví la que no me servía y pusimos rumbo al reino de los amantes del bricolaje.
El tráfico seguía siendo intenso, así que nos costó un poco cruzar Albi para llegar a nuestro destino, pero por fin, allí estábamos aparcados en el Leroy Merlin de Albi (43.937724, 2.176488).
Puedo parecer algo exagerado con lo de llegar al Leroy, pero es que mirando en el Google Maps, aparece una campa verde y vacía, por lo que el viaje fue una cuestión de fe y acertamos.
Dentro encontramos todo lo que necesitábamos, así que antes de partir a nuestro destino del día, ya teníamos la ducha funcional. Esa noche, rascaríamos mugre.
Nos resultó muy agradable abandonar la urbe y adentrarnos nuevamente en esas carreteras sinuosas que atraviesan las verdes praderas francesas, con sus vacas, granjas y entorno rural. Es que somos de pueblo y se nota.
A eso de las 15:00 llegamos al área picnic de Belcastel (44.385435, 2.330564).
El sitio es precioso, parking de tierra amplio, tranquilo, junto al río L´ Aveyron… peeerooo, está prohibido pernoctar y te invitan a ir al camping municipal que está en el mismo pueblo. Esto te lo dejan bien claro en todos los idiomas en la entrada del parking.
Soltamos un poco a Brandy para que jugara con otros perrucos que andaban por allí, comimos y… pagamos el ticket del parking.
No lo pusimos al llegar, ya que parecía que la máquina estaba apagada y dimos por hecho que fuera de temporada, era libre. No fue hasta que nos fijamos en una insistente mujer belga, que se pegó cosa de 20 minutos peleando con la máquina hasta que volvió triunfante con el ticket del aparcamiento.
Pone que el dinero recaudado se utiliza para el mantenimiento y restauración de la zona, así que hicimos alarde de civismo y pagamos religiosamente 3€ por 4h.
Seguimos la rivera del río y en cuestión de 5 minutos llegamos a la ciudadela medieval de Belcastel, otro de los pueblos inscrito en la lista de los pueblos más bellos de Francia.
A la derecha del puente (construido en el siglo XV por Alziac de Saunhac) que accede a Belcastel, junto al río y con unas vistas privilegiadas la población y el castillo, se encuentra el camping municipal. Habíamos oído que hasta mayo estaba cerrado, por lo que nos sorprendió ver que estaba abierto y con algunas autocaravanas allí apostadas.
La verdad es que las vistas eran impresionantes y el entorno privilegiado, por lo que nos dio pena no quedarnos allí, pero con el tema del grifo habíamos perdido medio día y debíamos recuperar el tiempo para que nos diese tiempo a ver todo lo que teníamos programado en estas vacaciones.
Deambulamos por las callejas empedradas, disfrutando de cada paso que dábamos y de cada metro que avanzábamos hasta llegar al castillo, residencia privada de un famoso arquitecto que lo compró y comenzó su restauración en 1973.
El castillo, catalogado como monumento histórico, fue completamente restaurado entre mediados de la década de 1970 y principios de la década de 1980), tiene partes que se pueden visitar e incluso alquilar habitaciones, pero con merodear por sus alrededores nos resultó suficiente.
Impresiona ver como la enorme fortificación emerge de la roca y se mantiene en pie casi mil años después.
Finalizada la visita y con la tarde casi agotada, volvimos a la AC y nos acercamos a nuestro destino final para ese día, el AS gratuita de Peyrusse le Roc (44.494963, 2.139372).
Peyrusse le Roc es una pequeña aldea, en medio de la campiña francesa más rural, pero desde donde sale un paseo campestre por el cual se pueden apreciar ruinas medievales.
Evidentemente, esa ruta sería para el día siguiente, por lo que llegamos, echamos el ancla y…nos pegamos una buena ducha. Hay que ver que poco se necesita para ser feliz.
Duchados y relajados, aprovechamos para reparar el parachoques que se había soltado después de darle un golpetazo al aparcar con un saliente de tierra. Esta semana de vacaciones parece que estaba un tanto gafada. Ducha, parachoques…¿llegaríamos enteros a casa?…bueno, son cosas que pasan y no hay autocaravanista que se precie que no haya remodelado el parachoques trasero alguna vez. Vale, yo ya llevo tres, pero es que son mucho años y muchos kilómetros deambulando de aquí para allá.
12 de abril: Peyrusse-le-Roc – Saint-Cyprien-Sur-Dourdou (33,7km)
La noche fue muy tranquila, sin ningún ruido ni molestia. Al no haber puesto despertador, nos acostamos con miedo a quedarnos dormidos más de la cuenta, pero si os pasa, no os preocupéis ya que las campanas de la iglesia suenan a las 7:00am como si no hubiera un mañana. Primero 40 campanadas, después 14 y luego ya, no vuelven a sonar hasta el medio día. Curiosos estos franceses.
Las previsiones meteorológicas no eran muy halagüeñas y, pese a haberse levantado una mañana algo plomiza, no llovía, por lo que nos ataviamos con ropa de trekking y nos lanzamos por el tour medieval que ofrece Peyrusse-le-Roc.
Nada más salir del área ya se puede ver una flechita que te acompañará durante toda la ruta evitando que te pierdas ni te dejes nada sin ver.
Primeramente fuimos hasta la plaza del pueblo, donde se puede apreciar la iglesia, pasamos por delante de la Mairie (ayuntamiento) y ahí ya, comenzamos a bajar por una callejuela empedrada para iniciar el auténtico Tour Medieval.
No vamos a entrar en detalles, pero merece mucho la pena. Se trata de un trekking no muy complicado a través del cual se pueden ver torres de vigilancia de Roc del Thaluc, el antiguo hospicio de los ingleses con su iglesia (Notre-Dame-de-Laval), la sinagoga pegada a él o incluso la Tumba del Rey, mausoleo del siglo XIV.
Una vez llegamos al río, remontamos su cauce por el sendero de la izquierda hasta llegar al Pont du Parayre, un puente romano funcional y en perfectas condiciones.
Poco antes no habíamos visto la Chapelle Notre Dame de Pitié, que se encontraba a la izquierda del hospicio, así que volvimos sobre nuestros pasos y después de visitarlo, volvimos al pueblo por un sendero empinado que se encuentra a la izquierda de la carretera.
Según las indicaciones, el tour lleva una media hora, pero a nosotros nos llevó casi el triple, ya que nos gusta entrar en todos los sitios, sentirlo y, como no, documentarlo videográficamente.
El camino no es complicado, pero os recomendamos llevar calzado adecuado de trekking o incuso bastones, ya que el camino es muy empinado y alterna pista de monte con camino empedrado.
Una vez en el pueblo, ya que se había quedado buena mañana, nos sentamos en el muro de piedra, junto a la “Porte de la Barbacane” a descansar y grabar el precioso paisaje en nuestras retinas.
Como habíamos desayunado bien pronto (nuevamente gracias al que programó las campanas), a eso de las 13:00 ya teníamos hambre, así que nos retiramos a la autocaravana para comer.
A eso de las 14:00 se levantó viento y se puso a llover suavemente, así que cogimos los chubasqueros y salimos a dar una última vuelta por el pueblo y ver algunas cosillas que nos habíamos dejado por allí cerca.
Poco después se puso a llover de verdad, así que recogimos todo y nos dirigimos al AS de Saint Cyprien-Sur-Dourdou (44.552147, 2.409691) que se encuentra a 8km de Conques, la joya de la corona de este viaje.
La carretera no es que sea lo mejor del mundo y sinceramente, agradecimos haber ido fuera de temporada y que el tráfico fuera casi inexistente, ya que el camino es bastante estrechito, muy bacheado y con cantidad de maquinaria agrícola circulando.
Sobre las 17:00 llegamos al área, la cual es una verdadera gozada. Plazas anchas, con jardín lateral, bien delimitadas y con postes para enchufarse. Eso sí, sin ninguna sombra, los árboles todavía son jóvenes. Lo digo por si venís en verano.
El área es gratuita, pero los servicios se pagan. Ya que la tarde era tan lluviosa y en previsión de que no haríamos nada más ese día, nos conectamos a la luz (6h/3€) y nos quedamos vagueando ligeramente.
13 de abril: Saint Cyprien Sur Dourdou – Conques – Seuveterre de -Rouergue (86km)
La noche en el área fue tan tranquila como lluviosa. Sorprende ver lo rápido que puede llegar a cambiar el tiempo, ya que pasamos de sol y 23 grados a lluvia y máximas de 5ºC.
Por la mañana dio algo de tregua, así que desenchufamos la autocaravana, repusimos aguas (2€) y pusimos rumbo a la ciudad medieval de Conques.
Conques, otro pueblo dentro de la lista de los más bellos de Francia, está situado en la confluencia de dos ríos, en un anfiteatro natural en forma de pendiente cerca del Valle de Lot. Construído en torno a su abadía, del siglo XI-XII, ofrece espectaculares casas con fachadas de entramado de madera y cubierta de lajas de piedras así como calles estrechas y empedradas llenas de encanto. Con las reliquias de San Foy traídos de Agen en 866, Conques se convirtió en un centro de peregrinación y un importante paso en el camino a Santiago de Compostela.
Llegamos en cuestión de 15 minutos, aparcamos en el parking gratuito que hay encima del camping (44.598885, 2.392832) y subimos andando por unas callejuelas empedradas, empinadas y, debido a la lluvia, resbaladizas. Menos mal que somos precavidos y llevábamos buenas botas de trekking a prueba de suelos hostiles.
La primera parada la hicimos en la Chapelle de Saint Roch, una preciosa ermita enclavada en la roca desde donde se puede apreciar, en nuestra opinión, la mejor vista de la villa medieval.
Varias fotos después, seguimos subiendo por las estrechas calles, llenas de historia hasta llegar a la Abbaye Sainte Foy de Conques. A partir de ahí, dejamos volar a nuestra imaginación mientras paseábamos por esa preciosa localización.
Casas antiguas con entramado de madera y sin ninguna pared alineada, comercios con carteles antiguos…como hubiera dicho mi abuelo: “muuu bonito too”.
Da gusto visitar lugares como este, que conservan tan bien la historia, con tanto gusto y cariño.
Una llovizna fina nos sacó de nuestro encantamiento y, como ya habíamos dado dos vueltas a todo el pueblo y no habíamos dejado nada sin visitar, volvimos a la autocaravana.
Antes de meternos en nuestra casita con ruedas, y que una intensa lluvia nos visitara, pudimos visitar un puente romano que hay cerca del parking, patrimonio de la humanidad, que ha visto muchas eras y muchos peregrinos pasar.
Llovía muchísimo y las temperaturas eran tan bajas que nos sorprendió que no estuviera nevando, por lo que nos trastocó un poco los planes, ya que teníamos varios sitios para visitar, pero con este tiempo no merecía la pena.
No sabíamos bien qué hacer ni hacia donde tirar, pero para estas ocasiones tenemos un lema que es no quedarnos atascados en lo que no podemos hacer ni controlar y centrarnos en lo que sí, así que nos quitamos las botas y comimos.
Viendo que el tiempo no mejoraba y las previsiones para los próximos días no eran mejores, cambiamos de planes adelantando un día la vuelta a casa.
Evidentemente ese día ya era tarde para iniciar el regreso, así que buscamos un pueblo que nos pillara de camino hacia el sur de manera que pudiéramos acortar algo las horas de regreso y de paso visitar un último pueblo de los catalogados “con encanto”.
Rastreando en el mapa localizamos Sauveterre-de-Rouergue, que además de tener la catalogación de uno de los 10 pueblos más bonitos de Aveyron, dispone de un área servicios gratuita con buena pinta, al menos en fotos de la aplicación Parking4night.
Dicho y hecho, recogimos, quitamos parasoles y pusimos rumbo a nuestro último destino de esta aventura por la Francia medieval.
Durante el viaje, además de un fuerte viento, nos llovió muchísimo, lo que no hizo sino ratificar que habíamos tomado la mejor decisión.
A media tarde llegamos al AS de Sauveterre-de-Rouergue (44.216183, 2.317015). Se trata de un área con suelo de tierra, hierba, bien nivelado, bastantes árboles y servicios de carga y descarga gratuitos. En medio de las plazas hay unos postes de luz a los cuales funcionaban sin tener que pagar. Esto último no sabemos si se debe al hecho de haber ido fuera de temporada o siempre es así.
Una vez asentados, nos abrigamos y salimos a visitar el pueblo. Fuimos directamente a la plaza y de ahí fuimos recorriéndola en círculos…o cuadrados, ya que lo que aquí llaman “bastida” y el plano está dispuesto en un plano rectangular con la plaza como centro.
No se si fue por el intenso frío que hacía o el hecho de que no hubiera ni un alma por allí, pero después de haber visitado las poblaciones anteriores, Sauveterre-de-Rouergue, salvo el área de autocaravanas, no me dijo nada en especial. Habrá que visitarla en otra ocasión menos hostil.
Sin poder sacar el frío del cuerpo, nos retiramos a la autocaravana para poner la calefacción a tope y pasar lo que quedaba de tarde vagueando un poco, que, al fin y al cabo, estábamos de vacaciones…jajaja.
Está claro que la suerte estaba de nuestro lado porque nada más entrar en la autocaravana se puso a jarrear de lo lindo y ya no paró.
14 de abril: Seuveterre de -Rouergue – Vitoria (564km)
Durante la noche llovió, por la mañana llovía, así que finalmente recogimos bártulos y pusimos rumbo a casa.
La vuelta fue algo durilla debido a la climatología ya que, además de llover, Eolo sopló con fuerza durante todo el viaje.
Al llegar a la zona de las Landas estuvimos tentados de parar una noche en la costa pero la incesante lluvia y el fuerte viento nos hizo desistir de dicha idea y seguimos del tirón hasta casa.
Conclusiones
Después de tanto tiempo, ha sido reconfortante poder volver a coger la autocaravana y volver a sentir la sensación de libertad que te da esta forma de viajar.
La zona ha sido preciosa, fácil de moverse y con bastantes zonas para pernoctar o reponer lo necesario. Eso sí, la mayoría de los pueblos están en lo alto por lo que toca subir y bajar callejuelas empedradas. En verano tiene que ser un infierno así que creo que primavera y otoño son las mejores épocas para verlos.
Pensábamos que en una semana nos daría tiempo a ver algo más, pero el incidente con la ducha y el mal tiempo nos obligó a renunciar a algún pueblo que teníamos en la lista aunque, lejos de ser un contratiempo, para nosotros es una excusa para volver en otra ocasión y terminar de ver la preciosa región de Aveyron.
Respecto a la autocaravana, nos va a tocar darle un repasillo y actualizar algunas cosillas antes de viajar de nuevo. El tiempo va haciendo estragos y tenerla a la intemperie empeora el envejecimiento (ya tiene 13 años). Siendo sinceros, hace mucho que no tocamos nada de la autocaravana así que esperemos que para verano la tengamos al 100% y podamos volver a viajar sin percances.
Gastos
- Gasolina: 208€
- Peajes: 102,22€
- Áreas de autocaravanas – servicios y parkings: 9€
- Accesorios del cambio de la ducha (alcachofa, frifo, manguera): 82,9€