El Parque Natural de los Pirineos es un imponente macizo montañoso el cual lo tenemos a pocas horas de casa y hemos visitado en alguna ocasión, pero sin indagar muy a fondo.
Parece que siempre tenemos tendencia a aplazar la visita de las zonas que tenemos más accesibles, aprovechando siempre para visitar lugares más lejanos, de hecho, el año pasado terminamos nuestra aventura a los pies del Monte Rosa y la intención para este 2018 era continuar en aquel mismo punto, pero nuestra querida perrita Max no se encuentra muy allá y no queríamos alejarnos demasiado de casa, por lo que los Pirineos se convirtieron en la opción más adecuada para esta ocasión.
Vitoria – Ochagavía – Puerto de Larrau (18 de julio, 182km)
El día 1 nos levantamos con la calma que te da el saber que no tienes que hacer grandes kilometradas ni llegar a un destino sí o sí. Además, a falta de algunas cosas de última hora, teníamos todo preparado, así que a la hora del vermut pusimos rumbo a nuestro primer destino, la población navarra de Ochagavía.
Por el camino pasamos por la Foz de Lumbier y la Foz de Arbayun, dos entornos preciosos y de parada obligatoria, pero como ya los conocíamos, cruzamos sin detenernos.
Al llegar a Ochagavía aparcamos en el AP preparada especialmente para un máximo de 12 autocaravanas (N42º45´20”, W1º05´14”), aunque en caso de llenarse no creo que hubiera problemas en aparcar en cualquier zona del resto del parking.
El acceso se hace a través de un puente de piedra y se encuentra justo pasada la Estación Patatera y muy cerca de la Sagardotegi Kixka (Sidrería), un lugar típico para deleitar sidra de barril, chuletones y carnes a la brasa.
Lorenzo se empeñaba en cocernos a fuego lento (30ºC), por lo que antes de comer cogimos a las perrillas y las llevamos al río para que se refrescaran un poco.
Después de comer nos quedamos en la AC haciendo tiempo a que bajase un poco el sol, ya que con la solana no apetecía mucho caminar.
Ochagavía/Otsagabia es una preciosa población típica del pre pirineo Navarro. Situada en la comarca de Roncal-Salazar (Merindad de Sangüesa) y se trata de un buen lugar para dar comienzo a la andadura por el macizo pirenaico.
Una fuerte tormenta de verano nos pilló en plena visita y tuvimos que refugiarnos momentáneamente en la autocaravana. Cuando amainó, terminamos la visita y pusimos rumbo a lo que sería nuestro lugar de pernocta, el Puerto de Larrau (N42º58´26”, W0º59´36”).
Unos kilómetros a través de una serpenteante y estrecha carretera nos dejó exactamente en la frontera entre España y Francia, donde echamos el ancla.
Acompañados por un increíble anochecer, dimos un paseo con las perrillas e hicimos algunas fotos.
La temperatura bajó considerablemente, pero nada comparado con lo que lo suele hacer en los Grandes Alpes, así que con una chaqueta ligera se aguantó tranquilamente.
Puerto de Larrau – Col du la Pierre Saint Martin (19 de julio, 45,5km)
Después de una noche tranquila, nos despertamos al son de los cencerros los rebaños de ovejas y vacas que andaban cambiando de un prado a otro.
Con los deberes ya hechos, cogimos los palos e hicimos un pequeño trekking por acotado por unos puestos palomeros por el GR12. La duración total de la ruta fue de unas 3h (ida y vuelta).
El pico ORI (2.000m) se encuentra frente al parking donde estábamos nosotros y me llamaba terriblemente, así que mientras Irene y las perrillas descansaban, cogí los palos de trekking y subí hasta la cumbre, donde conocí a un grupo de Tiempo Libre de Vitoria-Gasteiz que venían recorriendo a pie desde Roncesvalles hasta Belagua.
En 1h 45m ya estaba de nuevo en la AC, así que comimos y pusimos rumbo a nuestro siguiente punto: El Col Du Pierre St. Martin.
Abrimos las cortinas de la AC y desayunamos frente a un impresionante mar de nubes que venía por la vertiente francesa.
En vez de ir por España, cogimos la ruta turística, es decir un estrecho puerto de montaña francés que nos hizo sudar en alguna ocasión.
Por el camino pasamos por algunos lugares que ya habíamos visitado anteriormente, como son las Gargantas de Kakouetta, en cuyo parking se permite la pernocta (24h).
A eso de las 18:30 y envueltos en una cerrada niebla llegamos a nuestro destino, la frontera con España. Había un parking de asfalto pero aparcamos en el de grava (N42º58´07”, W0º46´03”), situado frente a lo que parece un refugio y junto a la mesa de picnic con las mejores vistas del mundo (o al menos una de las mejores).
Cuando llegamos había otra autocaravana y algún coche, pero al de un rato se fueron, quedándonos con la única compañía de las ovejas y la gente que vende queso de los pirineos, pero el parking parecía nivelado, tranquilo y protegido del viento, así que allí nos quedamos.
Salimos a dar una vuelta, pero la intensa niebla se cerró aún más, así que nos retiramos a la AC, donde aproveché para arreglar una pequeña fuga que se había producido en el tubo del agua fría del grifo de la fregadera. No hay mal que por bien no venga.
Después de la “Mcgiverada”, cogí a “Oli” para dar un paseo y quitarle algo del estrés que había acumulado ante tanta curva, pero se cerró tanto la niebla que me costó incluso regresar a la AC y eso que no me había alejado ni 500m.
Nos resultó curioso que los de los quesos habían recogido las ovejas y habían soltado a los cerdos para que pastasen libremente.
A nivel anecdótico, junto a donde habíamos aparcado se encuentra el “Mojón 262” o Piedra de San Martín, símbolo del acuerdo adquirido hace 600 años por el uso de los pastos y fuentes de la zona. Desde hace 6 siglos, cada 13 de julio las autoridades de Baretous y el Roncal renuevan el acuerdo. En el acto los Bearnenses entregan 3 vacas a los de Roncal y después ponen las manos sobre la piedra y exclaman la frase “Pax Avant” o lo que viene a ser lo mismo “Paz en Adelante”.
Col du la Pierre Saint Martin – Arette Pierre ST Martin (20 de julio, 3,9km)
La mañana del día siguiente se levantó exactamente como se había acostado, con mucha niebla y ligeramente lluviosa, viéndonos obligados a anular el trekking que teníamos previsto por la zona.
En lugar de perder el tiempo dando vueltas a lo que no podíamos hacer, nos centramos en lo que sí podíamos hacer, así que levantamos anclas y nos acercamos al AS de Arette (N42º58´45”, W0º44´56”), una bonita villa centrada en el mundo de la nieve y el ski.
El área es gratuita, salvo que utilices los postes de electricidad que deben costar 10€/día. Repusimos agua, vaciamos el químico, vaciamos grises y nos pegamos una de esas duchas que únicamente te pegas cuando tienes la certeza de que puedes reponer agua cuando te apetezca.
Comimos, nos pusimos los chubasqueros y bajo lo que se denomina “calabobos” nos dimos una vuelta por allí.
Se nota que es en invierno cuando tiene vida este sitio, porque parecía el típico poblado de una película de miedo. Todos los comercios cerrados, las casas deshabitadas y salvo un par de obreros que andaban reparando una bonita casa alpina, nadie más deambulaba por la zona. Estábamos a un chirrido de salir volando de allí…jajaja.
Al ser viernes unas cuantas autocaravanas se apostaron por los diferentes parkings, pero el tiempo estaba tan frío y húmedo que salvo matar el tiempo “en casa”, poco más se podía hacer.
Estos días de relax vienen mejor cuando llevas un par de semanas a tope, pero al tercer día, te rompe un poco el ritmo, pero qué se le va a hacer. El tiempo en el norte…es así. ¡El paisaje verde no es gratis!
La anécdota del día vino cuando soltaron un montón de cerdos de una granja que hay frente al AS y andaban pastando alrededor de las autocaravanas. ¡¡¡Guay, Cerdos Camperos!!! Jajaja.
Arette Pierre ST Martin – Laruns – Lago Fabreges (21 de julio, 89,4km)
Antes de salir de viaje habíamos trazado un plan: Cruzar los puertos por la tarde y el fin de semana no movernos, pues el sábado 21 de julio salió lluvioso y con muchísima niebla, así que el plan establecido nos lo pasamos por “la axila”.
Miramos las previsiones del tiempo y como iban a ser malas, repusimos aguas y nos lanzamos a por nuestro siguiente punto en el mapa, Laruns.
Para llegar hasta allí tuvimos que hacer frente al complicado Marie-Blanque, un estrechito puerto de montaña al que acuden cantidad de aficionados al ciclismo y las motos.
El problema de moverse el fin de semana es que hay cantidad de conductores que únicamente cogen el coche para “dominguear” y eso se nota. No hay modales, respeto ni sentido común. Digo yo, si el ancho completo de la carretera es estrecho para una autocaravana, ¿es de gente normal acelerar e invadir el carril contrario?, por no hablar de los motoristas que salen de las curvas con la cabeza dentro de tu carril.
Para rematar y cuando piensas que ya no puede haber nada más, aparece un italiano bajando en coche a tumba abierta ocupando completamente el carril contrario, haciendo que todos los demás infractores parezcan hasta buenos. Ya lo comentamos en el artículo del año pasado sobre los Alpes Italianos, “El italiano es un pueblo que no debería conducir…”
Con muchas anécdotas pero sin ningún percance llegamos al bonito pueblo de Laruns, donde hay un AS, pero debido al mercado del sábado, el acceso se encontraba cerrado, así que aparcamos en el primer sitio que vimos y nos fuimos a deambular un poco.
Paseando vimos un cartel luminoso que ponía que el acceso desde Eaux-Bonnes hasta Col de´Aubisque estaba cerrado a la circulación, así que entramos en la oficina de información que está en la plaza para que nos contaran un poco que pasaba. Efectivamente, a consecuencia de unas obras el acceso por el cual teníamos pensado seguir estaba cortado y para colmo nos íbamos a dar de bruces con todo el Tour de Francia 2018, lo que nos obligaría a variar la ruta prevista.
El pueblo es bonito y con unas vistas muy interesantes pero tampoco da para mucho. Paramos en el Intermache para cargar gasoil, comprar pan y nos pusimos en marcha.
El destino que teníamos marcado en el GPS era el del Lago Fabreges, una estación de skí construida alrededor de una presa hidroeléctrica desde donde se puede acceder a una excursión bastante interesante: Le Petit Train d’Artouste.
Por 25€ accedemos al teleférico de Sagette y al Train d´Artouste, el restaurado trenecito que llevaba antiguamente a los trabajadores de la presa y que te deja frente al lago d´Artouste y desde donde se puede apreciar el majestuoso Pic du Midi d´Ossau.
Según nos dijeron en la oficina de información tiempo no iba a mejorar hasta el lunes, así que aplazamos la excursión hasta entonces.
Al salir de la oficina comenzó a atacarnos lo que parecía una especie de golondrina pero puesta de coca hasta las trancas, porque se lanzaba a por Max como un Zero japonés. Lo tomé por un bicho muy optimista, ya que era un pájaro pequeño…pero la realidad es que ese mini kamikaze nos obligó a buscar refugio en el porche de los baños públicos. Podéis imaginaros la escena tan cómica: una Bulldog Francés, una Pitbull y dos personas adultas protegiéndose de un pajarillo mosqueado. Cuando ya se cansó, salimos y seguimos con el paseo.
La autocaravana la habíamos dejado fuera del pueblo, frente al lago, donde la pernocta es gratuita y está permitida (N42º52´25”, W0º23´37”). La ida la habíamos hecho por carretera, pero cuando mirábamos la presa vimos que se puede llegar hasta las autocaravanas por un paseo de hierba que hay junto al lago.
Al no haber casi gente y el entorno seguro, aprovechamos para soltar a “Oli”. Jugamos con ella hasta que soltó todo el estrés que había ido acumulando durante estos días. Finalmente la niebla volvió a echarse así que nos retiramos a descansar y a planificar el domingo, porque para lunes, ya teníamos plan: www.train-artouste.com
Un poco más delante de donde habíamos aparcado, justo pasando los túneles anti avalanchas, se encuentra el AS de la zona. Se trata de un poste servicios que funciona mediante una moneda especial. No preguntamos, pero supongo que en la oficina de información del pueblo se podrán conseguir.
A modo de anécdota, la última vez que visitamos el Lago Fabreges, fue una semana santa muy fría y por un despiste con el “dual control”, el gas se nos apagó en plena noche y tuvimos que apañarnos con bastante ingenio para soportar los -15ºC que azotaban fuera y sin calefacción…madre mía que recuerdos.
Lago Fabreges – Pourtalet – Lago Fabreges (22 de julio, 56,4km)
La noche junto al lago Fabreges no fue todo lo plácida que cabría esperar, no es que hubiera mucho tráfico pero un gracioso pasó tocando el claxon lo que duró toda la hilera de autocaravanas. Cosas del sábado noche, me imagino.
Cuando levantamos las cortinas, por fin pudimos ver más allá de la intensa niebla que nos había envuelto los días anteriores. Levantamos anclas y nos dirigimos hacia el Col du Pourtalet, concretamente a un acceso junto al río de gran éxito dominguero (N42º51´50”, W0º23´55”).
La bajada es un poco peliaguda, llena de baches y estrecha, tanto que si viene algún coche de frente podría haber problemas, pero una vez abajo la zona es chulísima.
Al otro lado del río comienza el Parque Natural de los Pirineos, está prohibido el acceso a los perros pero el lado en el que se aparca no hay ningún problema. Soltamos a las perrillas y disfrutaron del verde y el agua como enanas…bueno, y nosotros con ellas.
Después de un par de horas muy relajadas pusimos rumbo hacia Sallen de Gállego, pero resulta que había “algo” y, además de estar a tope, los accesos estaban cortados, así que desandamos parte del camino y comimos en el parking de la estación de Ski de Sextas.
Se levantó viento, las nubes amenazaban tormenta y teníamos la apertura de la claraboya central rota desde hacía un par de días, por lo que nos pareció un buen momento para arreglarla.
Después de un buen rato investigando el mecanismo de la Midi Heki 700x500mm, descubrimos que únicamente había que soltar el mando, retirar la tapita y después de quitar dos tirafondos, la estructura está sujeta por grapas, así que tiramos con cuidado y salió todo el tinglado.
Soltamos la cajita negra que acciona la apertura, regulamos los cables, echamos bien de grasa y tras comprobar que el sistema funcionaba correctamente, repetimos el proceso pero en sentido inverso.
Mientras estábamos centrados en el brico una autocaravana había aparcado detrás nuestro y santa casualidad, era mi primo Oscar, con Nerea y los críos…madre mía, ¿qué probabilidades existen de algo así? Ellos iban a hacer la Cola de Caballo, así que después de ponernos al día, cada AC siguió su camino.
Cuando volvimos al lago Fabreges el aparcamiento andaba muy complicado, así que después de tantear varios sitios, nos quedamos en el más alejado del pueblo, pero mejor nivelado y con buenas vistas del lago.
Al final las nubes no cumplieron sus amenazas y lo que parecía que iba a ser una terrible tormenta dio paso a una agradable tarde que no íbamos a desperdiciar, así que cogimosa las perrillas y nos fuimos por la pista de hierba que va al pueblo. Después de cenar nos fuimos pronto a la cama ya que al día siguiente teníamos la excursión del Train d´Artouste.
Lago Fabreges – Lago Tech (23 de julio, 105,8km)
La segunda noche en Fabreges fue mucho más tranquila que la primera, al menos en lo que a “graciosos” se refiere.
A las 7:00am tocó diana y a las 7:15…nos pusimos en marcha. A veces nos gusta remolonear un poco…jijiji.
Desayunamos y después de una rápida valoración, decidimos dejar a “Oli” en la AC y no exponerla al estrés del telecabina ni del viaje en tren. Para evitar posibles conflictos en nuestra ausencia, nos llevamos a Max, que está más acostumbrada a estos “tinglados”.
Fuimos paseando hasta Fabreges por la pista de hierba que discurre paralela entre el lago y las autocaravanas y sacamos los tickets para la excursión.
El coste es de 25€/persona e incluye Telecabina (10min), Trenecito (50min) y luego arriba se puede acceder hasta el lago (20min).
El tiempo de estancia arriba es limitado y una vez llegas arriba tienes 1h 30min para deambular. Al principio parece poco, pero al final, fue más que suficiente.
El ascenso en telecabina, nada que no conozcamos ya, pero Le Pettit Train…una experiencia. Te llevan en unos estrechos vagones abiertos por un camino que no tendrá más de 2m de ancho y con unas vistas espléndidas del Valle de Soussouéou, eso sí, en caso de sufrir de vértigo mejor escoger el vagón de la derecha, ya que es el que va pegadito a la pared.
Una vez arriba tienes la opción de quedarte en la cafetería o hacer el pequeño trekking que hay hasta el lago. No es que sea complicado, ni mucho menos, pero tiene su miga, así que si vais a hacerlo, recordad: calzado adecuado y mentalizados/as para caminar un rato cuesta arriba.
De vuelta en Fabreges fuimos a la Oficina de Información a por la Jeton para la máquina de servicios de las autocaravanas. Como se encontraba cerrada, pudimos comprarla en una tiendecita tipo ultramarinos que hay junto al restaurante de la plaza. El coste, 5€.
Después de sacar a “Oli”, comer y ducharnos, fuimos al poste servicios. Vaciamos el químico, las grises y nos dispusimos a cargar agua. En principio la moneda te da servicio de 100l, pero no habíamos llenado la mitad del depósito y ya dejó de funcionar…menudo timo!!
Era ya un poco tarde para volver a reclamar, así que no le dimos más vueltas y nos pusimos en marcha.
Debido a las obras y el inminente encuentro con el Tour de Francia, tuvimos que coger rutas alternativas y nuestro querido TomTom, se encargó de hacerlas más “divertidas” todavía. Nos metió por carreteras marcadas con 4 dígitos, muy similares a las carreteras turísticas de las Highlands, pero sin «passing places». Menos mal que no nos cruzamos con nadie, lo demás…hubiésemos tenido problemas de verdad.
Cansados de sufrir tanto estrés y en pleno conflicto con el tráfico local, decidimos pasar del destino de alta montaña que habíamos marcado y nos fuimos al siguiente punto de la agenda, el Lago Tech.
La carretera es estrechita pero no tan mala como otras que habíamos utilizado aquel día, además, al ser ya cerca de las 20:30, no hubo tráfico en dirección opuesta a nosotros. Especial atención al último kilómetro, ya que hay unas panzas de piedra que pueden dar algún disgusto si nos despistamos.
Cuando llegamos había algunas autocaravanas aparcadas en las esquinas de la carretera, pero al final del lago hay una zona gratuita reservada para nosotros, así que allí fuimos.
Tuvimos la suerte de aparcar en un espacio “individual” situado en la segunda planta del parking (N42º54´40”, W0º15´33”). No teníamos vistas, pero al menos estábamos rodeados por una alta vegetación que nos daba bastante intimidad e impedía que nadie se nos aparcara al lado.
También deciros que hay muchas vacas y caballos sueltos por la zona y en los carteles advierten del riesgo de que se rocen con los coches, algo que no pasa en la zona de ACs ya que hay una barrera canadiense en el suelo.
Después de estirar las piernas y quitar algo de tensión, volvimos a la AC a cenar y a estudiar los mapas para ver que hacíamos a partir de ahí.
Lac du Tech (24 de julio, 0km)
“…y al séptimo día, descansó.”
Después del estrés del día anterior decidimos tomarnos un día de relax y disfrutar del entorno del Lago Tech.
La zona donde conseguimos aparcar está muy protegida del tráfico, gente e incluso otras autocaravanas, así que dormimos a pierna suelta. Nos levantamos sobre las 9:30am, desayunamos relajadamente y con un sol espléndido, nos fuimos a rutear alrededor del lago.
El acceso está siguiendo unos 400m por la carreterita que va al siguiente lago. Cruzamos el puente e hicimos una circular por el GR que hay por allí.
No había nadie, así que soltamos a las perrillas y jugaron como locas. Corrieron, saltaron, se revolcaron…vamos, una gozada.
Las previsiones marcaban tormentas a partir del mediodía y las nubes que venían de las montañas, parecían confirmarlo. Estábamos cruzando la presa por la pasarela cuando nos cayeron unas cuantas gotas, pero la cosa no fue a más. Parece que las nubes se estaban desviando hacia el otro lado de la montaña, pero en altura nunca hay que confiarse, así que estuvimos por el lago con las perrillas, pero cerca de la AC.
Sobre las 14:00 la lluvia volvió y esta vez duró algo más, así que aprovechamos para ir haciendo la comida.
Después de comer subimos al bar del refugio que está frente al área de autocaravanas y cogimos unos helados. Después de bromear un poco con el que lleva el negocio con lo del idioma, cogimos a Oli y nos fuimos por la carretera siguiendo el curso del río en dirección al otro lago. Max estaba cansadita, así que la dejamos en la AC.
Salvo porque lo hicimos por carretera, el paseo discurre por un entorno bastante chulo; el Torrente Pirenaico de Arrens y montañas verticales.
Llegamos a una borda o refugio o casa de piedra (no sé cómo catalogarla) típica de los pastores de la zona, donde había un perro montaña del pirineo vigilando a un rebaño. En la puerta ponía que se vendía queso, pero no paramos a preguntar. Un poco más adelante encontramos un aparcamiento con varias autocaravanas en lo que parecía el inicio de una ruta de montaña.
Después de merodear por allí, volvimos a la AC por donde habíamos ido, cogimos a Max y estuvimos un ratito más a la orilla del lago. Después volvimos a la AC a descansar las piernas y planificar el día siguiente, ya que el Tour de Francia andaba cerca y debíamos hilar muy fino para no darnos de bruces con él.
Lac du Tech – Cauterets (25 de julio, 37.1km)
El miércoles 25 de julio nos pusimos el despertador y a las 8:00am nos levantamos a toque de corneta. Sin ninguna demora, ni remoloneo, iniciamos el ballet que suelen suponer nuestras mañanas: mientras uno hace el desayuno, el otro saca a los perros, después mientras uno friega, el otro hace la cama y finalmente, mientras uno prepara la cabina, el otro revisa que todos esté cerrado y la nevera puesta en batería.
Cuando nos ponemos somos capaces de hacer las cosas rápidamente y sobre las 9:00am ya estábamos en marcha, rumbo a nuestro siguiente destino: Cauterets.
Por el camino, en Arrens-Marsous, encontramos un AS gratuita (N42º57´30”, W0º12´25”), así que paramos para llenar el depósito y vaciar el resto.
El miércoles 25 de julio nos pusimos el despertador y a las 8:00am nos levantamos a toque de corneta. Sin ninguna demora, ni remoloneo, iniciamos el ballet que suelen suponer nuestras mañanas: mientras uno hace el desayuno, el otro saca a los perros, después mientras uno friega, el otro hace la cama y finalmente, mientras uno prepara la cabina, el otro revisa que todos esté cerrado y la nevera puesta en batería.
Para variar nuestro amado TomTom insistió varias veces en jugárnosla, queriéndonos meter por unas calles muy estrechas y empinadas. Por suerte ya le conocemos y desde que no le hacemos mucho caso los “conflictos” se han reducido considerablemente.
Poco antes del mediodía llegamos a Cauterets, una importante población dentro del entramado del Parque Natural de los Pirineos.
Existen dos AS, una más céntrica y otra más apartada, por la que apostamos (N42º53´10”, W0º06´54”). Buscamos el mejor hueco, pagamos 11,50€ por 24h de estancia (máquina tipo OTA) y nos enchufamos en el poste de luz más cercano.
Además de ser un parking de asfalto bien nivelado, cuenta con servicios de electricidad, carga y vaciado de agua. Las fuentes de agua potables están repartidas alrededor del aparcamiento, dando la opción de cargar el depósito sin tener que mover la AC.
El sol apretaba de lo lindo así que antes de ir a visitar el pueblo, pusimos el turbovent a tope, abrimos claraboyas y dejamos a Max dentro de la AC, ya que lo del calor lo lleva muy mal…estos Frenchies…
Bajamos un montón de escaleras, cruzamos la plaza del pueblo y recorrimos las callejuelas llenas de tiendecitas turísticas.
Por el camino vimos muchos comercios, una estación termal y el telecabina que sube hasta el Val de Lys, una estación de ski reconvertida en pista de downhill durante los meses de verano.
El telecabina lo acababan de cerrar, ya que cierra a las 12:30 y reabre a las 13:45 hasta las 17:45. Con poco más que hacer nos pareció una buena idea para pasar el día así que nos retiramos a la AC a comer, pero había pocas ganas de cocinar y encargamos un par de pizzas en “Chez Léon” (5, rue de la Raillère), donde las preparan para llevar.
Una vez en la AC, devoramos las sabrosas pizzas en pocos minutos, sacamos a las perrillas y después de prepararla para soportar el calor que se nos venía encima, las dejamos allí y nos fuimos al telecabina.
El billete de ida y vuelta cuesta 9€/persona y si quieres subir un poco más arriba, se puede coger por 6€ más el telesilla, pero no nos apetecía demasiado, así que nos quedamos con la opción 1.
Un viaje de unos 10 minutos nos dejó a 1.850m de altura en lo que tiene pinta de ser una estación de esquí bastante exitosa. Junto a nosotros subía bastante gente con equipación y bicis de descenso alquiladas en el propio pueblo….¡ay madre…que tentación!…
La altura no ayudaba a sofocar el calor que nos estaba sacudiendo. Somos gente del norte, acostumbrados al frío y cuando el termómetro marca los 30ºC…corremos riesgo de irascibilidad extrema.
A eso de las 17:00 bajamos al pueblo, cogimos a las perrillas, compramos un par de helados y nos sentamos en la plaza a disfrutar de una fiesta de la espuma que habían montado.
Durante el paseo, algunas personas se acercaron a acariciar tanto a Max como a Oli…la verdad es que estas dos monadas levantan pasiones.
Incapaces de soportar más calor, dimos por visitada la zona. Nos retiramos a la AC para ducharnos, recargar depósitos y organizar la ruta del día siguiente.
Cauterets – Pont d’Espagne – Héas (26 de julio, 72,3km)
Como ya iba siendo habitual, a las 8:00 tocó diana y en una hora exacta ya estábamos posicionados para descargar las aguas grises. Viendo el volumen de ACs que había en el área, haber llenado el depósito del agua el día anterior fue un acierto.
Nada más salir del parking, a mano izquierda se coge la carretera que sube al Pont d’Espagne, nuestro siguiente destino.
La carretera es estrecha, pero lo suficientemente ancha como para poder subir sin problemas. Una vez arriba se coge un ticket y se accede a un parking descomunal. La zona reservada para las autocaravanas está a la izquierda.
El acceso de los perros está bastante restringido, pudiendo llegar hasta el puente por la vía principal, pero sin salirse de ella ni un metro.
Es gracioso ver que te prohíben perros a partir de una zona por ser Parque Natural, pero poner un bar, remontes, un telecabina y una carretera de acceso hasta allí no deben generar ningún impacto en el medio ambiente.
En teoría los perros están permitidos hasta el lago que se encuentra a 10 minutos en telesilla, pero no por la vía que hay para hacerla andando, así que como no íbamos a hacerles pasar por el mal trago, las dejamos en la AC y volvimos andando hasta el remonte.
Hay diferentes servicios para quienes no quieran caminar demasiado. Al Pont d’Espagne se puede acceder a través de un telecabina que cuesta 6,5€ o también se puede coger por 15€ un ticket de telecabina y telesilla que te deja a 15 minutos andando del Lac de Gaube (1725m).
Nosotros habíamos subido andando hasta el telesilla, pero al no existir la posibilidad de coger un ticket que no fuera combinado, pagamos los 15€ del ticket. Lo positivo es que si coges esta opción, el parking sale gratis.
El trekking hasta el lago no es complicado, pero sí pedregoso, así que mejor ir preparados con calzado adecuado. En el lago hay un bar donde dan comidas, algo que tampoco debe alterar el medio natural.
Los perros pueden moverse exactamente hasta allí, pero nada más. El resto está lleno de señales de prohibido perros incluso atados.
Hicimos el trekking que bordea el lago, llegando hasta el lado opuesto, donde pusimos los pies a remojo en lo que parecía un lugar típico dominguero.
Calmadas nuestras ansias de lago, desandamos el camino anterior solo que esta vez cogimos el telecabina.
Es curioso que te ponga que el telecabina te ofrece una visión panorámica de las cascadas, cuando vas entre árboles y no ves absolutamente nada…un timo!
Comimos y pusimos rumbo a nuestro siguiente destino el Circo de Troumouse.
Pese a ser miércoles por la tarde, el tráfico era intenso, por lo que se generaron unas cuantas situaciones de estrés y mala leche. Sinceramente tenía el recuerdo de que en Francia se conducía mejor.
En un momento de despiste, nuestro querido TomTom nos la jugó, sacándonos de la carretera principal, a la cual volvimos a acceder después de hacer un tour por una comarcal paralela.
Cuando cogimos la carretera que sube hasta el Circo la vimos tan estrecha y con tanto tráfico en sentido contrario que nos echamos a un lado y estuvimos valorando el ir al siguiente destino, ya que no estábamos dispuestos a sufrir más estrés conduciendo.
Teníamos las coordenadas puestas en el GPS del siguiente destino cuando otra AC subió para arriba. De repente se nos cambió el chip y la seguimos. Por suerte, el tramo estrecho se acababa enseguida y pudimos esquivar tranquilamente al tráfico que venía en dirección opuesta.
Destacable el incidente con un coche pequeño, lleno de gente que bajaba a una velocidad excesiva por una zona estrecha, con pared de roca y además saliendo de una curva sin visibilidad por nuestro carril. No nos dimos de frente de pura chiripa…pero, pero…que narices le pasa a la peña por la cabeza?!!
Una vez llegamos a Héas nos acercamos hasta el peaje de 5€ que cuesta llegar hasta el Circo de Troumouse, ya que habíamos leído en otros relatos que la pernocta en el parking del refugio es posible, pero una señal de “prohibido ACs por la noche”, nos hizo desistir y aparcamos en un parking de hierba lleno de autocaravanas que acabábamos de pasar (N42º44´57”, E0º05´22”).
Echamos el ancla en una zona bien nivelada, cogimos a las perrillas y fuimos a dar un paseo desestresante por Héras, un pueblo de 2 casas, un minicamping, un albergue y una iglesia.
Ya más relajados volvimos a la AC a descansar y planear los siguientes movimientos.
Héas – Circo de Troumouse – Lac Payolle (27 de julio, 72,9km)
Tal y como habíamos organizado la noche anterior, nos levantamos a las 8:00am y sin desayunar, pusimos rumbo al parking del Plateau du Maillet (1.837m).
Había una chica en la cabina del peaje que hay para acceder (5€), pero le debimos pillar con el chiringuito a medio montar, porque nos permitió subir sin pagar.
La carretera llega al refugio-bar donde hay un parking grande pero bastante desnivelado. La única zona llana es la que está frente al propio refugio y allí nos quedamos (N42º44´10”, E0º05´11”). La zona es bastante chula, pero para llegar al Circo de Troumouse todavía quedaban unos 4 kilómetros y unos 450m de desnivel.
Salimos con las perrillas a reconocer la zona y valorar como íbamos a afrontar la distancia que nos separaba de nuestro destino, ya que la podíamos cubrir andando por un ascenso considerable o enfrentarnos a una estrecha, revirada y vertical carretera.
Parecía que había habido un derrumbe de piedras y andaban los servicios de limpieza retirándolo, pese a ello, varias autocaravanas y numerosos coches subieron por la carreterita. Al final, pensamos que no nos apetecía meternos en camisa de once varas y fuimos andando.
Al ser Parque Natural los perros están prohibidos a partir del parking, una pena, con lo que disfrutan con estas rutas…, así que las dejamos en la AC, agarramos los palos de trekking y nos lanzamos a la aventura.
En un principio cogimos la pista de la derecha, que va hacia la cascada, evitando las primeras curvas de la carretera, después íbamos alternando entre subir por carretera y acortando por algunos senderos no demasiado verticales. Salvo el paso del riachuelo, donde metí el zancarrón, el resto es sencillo y se puede hacer fácilmente en menos de 1h30m.
Una vez arriba, las vistas del circo son espectaculares, de hecho, nos pareció la zona más bonita de todas las visitadas hasta la fecha. Comimos una manzana junto a una borda (o ermita…no nos fijamos bien) y después subimos hasta una virgen desde donde se puede disfrutar de una vista completa de los 11 kilómetros de Circo Pétreo. Es todo un espectáculo para la vista.
Al final, la carretera para llegar allí no era tan mala ni el parking tan pequeño como pensábamos, de hecho arriba había 4 autocaravanas y numerosos coches, pero el trekking fue tan bonito y con unas vistas tan chulas, que agradecimos haberlo hecho andando.
Merodeamos un buen rato por la zona y llegando la hora de comer, volvimos al parking. En unos 50 minutos ya estábamos de vuelta en la AC. Sacamos a las perrillas, comimos y nos pusimos en marcha hacia nuestro próximo destino, el lago Payolle.
Habíamos ido calculando el itinerario para no toparnos por el Tour, pero nos libramos de pura chiripa, ya que llegamos al Tourmalet en el preciso momento en el que volvían a abrir el puerto al tráfico.
Era impresionante ver tal cantidad de autocaravanas apostadas a lo largo de todo el mítico puerto, aunque tal vez lo más asombroso de todo esto es la capacidad de algunas personas para sacar el toldo y colocar las sillas a pié de risco, desafiando toda lógica y sin ningún atisbo de vértigo.
La anécdota del día fue la de un autocaravanista que se iba afeitando con la maquina eléctrica mientras subía el puerto…alucinante. También nos llamó la atención una casa que había aprovechado el evento para convertir su garaje en un improvisado bar de sándwiches y bebidas, barra incluida. Ole esos pequeños emprendedores…jajaja.
Fue sorprendente el cambio de la meteorología al otro lado del Tourmalet; subimos con un sol espléndido y bajamos con una niebla cerrada y baja que no dejaba ver a 5 metros.
Cuando llegamos a nuestro destino había multitud de autocaravanas, ya que el circo ciclista también había pasado por allí, el Col d´Aspin. Sabíamos que había dos sitios para las autocaravanas. Íbamos con la intención de aparcar en el primero, pero con esto del Tour, estaba a reventar (N42º56´05”, E0º17´29”) y continuamos camino de la segunda zona, la cual también estaba a tope (al día siguiente nos dimos cuenta que esa no era la segunda área, sino una tercera), pero durante el trayecto habíamos visto una AC solitaria aparcada en uno de los accesos al lago, así que allí nos volvimos y quedamos (N42º56´05”, E0º17´30”).
Una vez asentados fuimos a dar una vuelta de reconocimiento y al volver otras 3 autocaravanas habían aparcado allí.
Lac Payolle – Lac D´Oô (28 de julio, 53,6km)
La noche fue tranquila y sin mucho previsto para ese día, nos dejamos “caer” hasta que el cuerpo dijera basta, algo que ocurrió a las 9:00am.
Nos levantamos envueltos por una intensa niebla que a lo largo de la mañana fue cerrándose aún más.
Desayunamos tranquilamente, cogimos a las perrillas y nos fuimos a merodear por allí. Durante el paseo curioseamos por el resto de zonas donde había aparcadas autocaravanas, pero el verlas tan apelotonadas y en tal cantidad, nos dio la seguridad de haber elegido el mejor sitio para pasar la noche.
La niebla levantó pasado el mediodía, pero se quedó nublado y como estábamos bastante mojados, nos fuimos a la AC a poner un poco de orden y arreglar el enchufe del alargador largo (llevamos uno de 15m y otro de 25m), ya que “Oli” se entretuvo con él unos días antes de ponernos en ruta.
Este está siendo el viaje de los “bricos”.
Después de comer fuimos al AS que se encuentra en otra atestada área (la segunda zona que teníamos apuntada), junto a los wc de la zona recreativa (N42º56´09”, E0º18´04”), al otro lado del lago. El servicio de vaciado y carga de aguas es gratuito, pero aún así, deja mucho que desear. El químico se vacía en el mismo sitio que las grises, es decir un mini agujero donde la mitad de lo que echas, se sale; además, la zona hormigonada es ínfima. Ya que se ponen, podían haber echado un poco más de cemento.
Para rematar, el grifo de llenado, el mismo que se usa para limpiar el casette, no es de rosca, sino un grifo con pulsador normal. El problema no sólo es que no puedes enroscar la manguera de llenado, sino que es tan grueso que la manguera que llevamos suelta para este tipo de grifos no entraba, así que pusimos el embudo y lo llenamos con garrafas.
Todo autocaravanista sabe el olor desagradable que suele haber en estas zonas de carga y descarga, pues lo más curioso es que había un grupito de franceses en alegre charleta pegaditos a nuestra autocaravana mientras realizábamos toda la maniobra…será por falta de lago…sin más.
Con las labores terminadas, recogimos y nos dirigimos a nuestro siguiente destino, el Lago de Oô.
Tuvimos que cruzar dos puertos importantes, Col d´Aspin y Col d´Peyresourde, pero esta vez el tráfico respetó, cuando nos apartábamos en las zonas anchas para que pudieran pasarnos, la gente nos daba las gracias.
Al llegar a L´Astau, nuestro destino, fuimos al aparcamiento inferior (N42º45´51”, E0º30´04”) , el que está junto al río. La primera bajada que te encuentras no es muy recomendable, así que es mucho mejor cruzar el parking principal hasta el final y acceder por una rampa mucho más asequible.
El suelo es de gravilla, relativamente bien nivelado, junto al río y con bonitas vistas de la ladera de la montaña, así que allí nos quedamos.
Subimos al restaurante y seguimos el sendero de la derecha por el cual se llega al Lago de Oô, ruta que haríamos al día siguiente, pero queríamos pasear un poco a las perrillas y quitarles algo de estrés.
Con el día todavía nublado y sin haber visto el sol, nos retiramos a la autocaravana a descansar.
Lac D´Oô – Lac D´Oô (29 de julio, 0km)
El domingo 29 de julio tocó diana a las 8:00am y nos pusimos en marcha para el trekking que hay desde el área de L´astau hasta el lago de Oô.
La mañana salió soleada pero fresca, ideal para caminar o hacer deporte, algo que debió pensar mucha gente, ya que el camino al lago parecía la calle Dato de Vitoria un día de pintxopote. ¡Madre mía, qué gentío!
El recorrido es de unos 3km a través de un camino con un piso de gravilla y acumula unos 450m de desnivel. Es relativamente sencillo, aunque se complica un poco en su parte final, más que nada por el suelo, que es de roca y un tanto desigual. A nosotros nos costó 1h30m, aunque se puede hacer en algo menos tranquilamente, ya que solemos ir grabando y sacando fotos.
Una vez arriba no es que sobre el espacio, aún así la gente se acoplaba en cualquier esquina para disfrutar de las vistas del lago y el impresionante salto de agua que lo llena. También hay un refugio-bar donde es posible avituallarse.
Después de refrescar un poco a la acalorada “Oli”, pasamos al otro lado de la presa y continuamos subiendo hasta que encontramos una sombra, con unas vistas privilegiadas a la cascada y rocas lo bastante amplias como para estar relativamente cómodos sentados en ellas.
A eso de las 13:00 desandamos el camino hecho llegando a la AC en 1h aproximadamente.
Comimos, descansamos un poco y para aplacar el terrible calor que hacía a esas horas, cogimos a las perrillas y nos fuimos por el camino que va junto al río en busca del frescor del río.
Podíamos haber metido a las perras por detrás de la autocaravana, ya que teníamos el agua ahí mismo, pero había bastante gente y queríamos soltarlas para que quitaran algo de tensión.
En un principio íbamos a ir a nuestro siguiente destino a media tarde, pero nos encontrábamos tan a gusto y con tan pocas ganas de meternos en el área de una población grande (Luchon), que decidimos pasar una segunda noche allí, al arrullo del río.
A eso de las 19:00 nos retiramos a la AC a descargar las fotos, el vídeo y organizar la ruta del día siguiente.
Lac D´Oô – Cascada de L’Enfer – Bagnères de Luchon (30 de julio, 35,7km)
La segunda noche en el AP de L´Astau fue tan tranquila cómo la anterior. Al principio hizo calor, pero según entraba la madrugada las temperaturas fueron más benevolentes con nosotros.
Nos levantamos a las 8:00 y sin desayunar, pusimos rumbo a nuestro siguiente destino, Cascadas de L’Enfer. No desayunamos porque supusimos que era una zona muy turística y como la teníamos a menos de 30 minutos, preferimos asegurar el aparcamiento.
Al llegar pudimos comprobar que, efectivamente, es una zona muy turística, más que nada por los tres parking que hay para visitar la zona.
Llegamos al segundo parking, e intuyendo lo que iba a ser otro día de calor, aparcamos buscando la sombra. Por riesgo de avalanchas, inundaciones y no sé cuantos peligros naturales más, no está permitida la pernocta, así que aparcamos en la parte más exterior del parking (N42º44´18”, E0º33´23”).
A unos 200 metros se encuentra al primer parking, algo más pequeño que los anteriores y vimos que el éxito de la zona no radica en las cascadas en sí, a las que se llega en unos 5 minutos andando, sino en un porrón de rutas de trekking por el Val de Lis que van desde 1h de duración hasta las 6h.
El nombre del valle no deriva de la flor de Lys (lírio), sino de la palabra avalancha, lo que da toda un montón de nombres en torno a esa temática, ruta de la avalancha, cascada del infierno, etc…
Teníamos las piernas cansadas del día anterior, por lo que simplemente visitamos el salto de agua, que tampoco merece mucho la pena, sobre todo después de haber visto otros mejores en rutas anteriores.
Al igual que en la ruta al Lago de Oô, también nos llamó la atención la cantidad de avellanos que hay por todos los lados. En septiembre-octubre igual hay que volver con unos canastillos…jijijiji.
Volvimos a la AC y dirigimos las ruedas nuevamente a Bagnères de Luchon, digo nuevamente, porque para llegar al salto de agua ya lo habíamos atravesado, una ciudad frontera entre Francia y España.
Echamos el ancla en el AS de la población francesa (N42º47´44”, E0º35´56”), un aparcamiento de asfalto con servicio de aguas y de uso exclusivo para las autocaravanas.
Después de dar dos vueltas por el parking, elegimos la zona menos soleada que pudimos y fuimos a investigar el tema de la carga y descarga de aguas, además del pago.
Había una máquina automática, pero después de estar un rato intentando pagar los 5€/24h, un hombre que tenía pinta de “guarda del parking”, nos dijo que estaba desconectada y no pagáramos. El químico parecía gratuito, pero para el agua había que hacer alguna maniobra más complicada, de hecho se necesita un conector macho, enchufarlo al propio poste de pago y da agua durante 10 minutos previo pago de 2,50€, pero eso lo pondríamos en práctica al día siguiente.
Dimos una vuelta a las perrillas por el paseo que hay junto al río y vimos que el área está junto a un aeródromo donde salen avionetas y planeadores.
Pusimos el turbovent, dejamos las claraboyas abiertas y nos fuimos a dar una vuelta por la zona. Lo malo que eran las 13:00 y estaba todo cerrado.
Paramos en un super a comprar algunas cosillas de primera necesidad y volvimos a comer a la AC.
La ida la hicimos dando un rodeo tonto, ya que a la vuelta vimos que se accede en pocos minutos al centro a través de una vía peatonal que hay muy cerca del AS.
Después de comer, bajo unas temperaturas muy poco recomendables (+-30ºC), salimos nuevamente a visitar la ciudad, eso sí, dejando a las perrillas más frescas en la AC.
Luchon es un pueblo grande y muy bonito, lleno de zonas ajardinadas, parques, estanques, fuentes y por el tipo de casas señoriales, se ve que ha sido un lugar importante. Visitamos varias tiendas, vimos las zonas termales y compramos alguna chorradita. Después volvimos a la AC a sacar a las chuchas y pegarnos una ducha muy necesaria.
La anécdota fue cuando dos autocaravanistas franceses, al ver a “Oli”, nos preguntaron a ver si era un perro de pelea y que era obligatorio el uso del bozal. Nosotros les dijimos que era un perro de familia, adiestrado, educado, iba con la correa y no veíamos necesario torturar al animal con este calor.
Nos echaron una mirada recriminatoria, prejuzgándonos de “vetetuasaberquemanera” y cada uno siguió su camino.
Me hace gracia que nos digan esas cosas cuando ellos mismos tenían dos pedazo de autocaravanas que excedían el tamaño de las plazas del área y para colmo tenían toldos sacados ocupando la plaza contigua, por no hablar de un perrillo pequeño que campaba a sus anchas por el área…sin más.
Nos duchamos, planificamos la ruta del día siguiente, cenamos y pronto a la cama para volver a un entorno más natural y menos urbanita.
Bagnères de Luchon – Baqueira-Beret (31 de julio, 57,1km)
Después de una horrible noche de calor intenso, por fin llegó algo de frescor mañanero. Nos levantamos a las 8:00, desayunamos, recogimos los trastos y fuimos a investigar el funcionamiento de la carga de agua.
Enchufamos un conector macho en la toma de de agua del poste, pulsamos la opción de “sólo agua”, metimos la visa y pagamos los 2,50€. Pasados unos segundos se activó el agua potable y el grifo para limpiar el casete del wc.
El caudal de agua era muy potente, por lo que llenamos el depósito rápidamente, el problema era que el cacharro no paraba de echar agua. En un estado de semi-agobio, llenamos los bidones, el bote del monte, el bidón de reserva…y aquello no paraba. Pulsamos todos los botones, y el aparato aquel seguía empeñado en inundar el parking. En un alarde de iluminación, a Irene se le ocurrió desenchufar la manguera de la máquina pero con tan mala suerte que el conector macho se quedó dentro del grifo y se puso de agua hasta arriba. Echaba un chorro que llegaba a los 5m en línea recta…menudo espectáculo. Conseguimos quitar el conector de la toma y por fin el puñetero cacharro paró de tirar agua.. Menos mal…que angustia…jajaja.
Nota importante: la máquina deja de echar agua al quitar el conector.
Con agua suficiente como para cruzar el desierto del Gobi, salimos de la bonita población fronteriza y nos enfrentamos al Col du Portillon, un puerto largo, con curvas potentes, llenos de ciclistas, pero ancho, así que se cruza sin ningún problema. A los pies del puerto, en la parte española, una patrulla de la Guardia Civil andaba vigilando el paso fronterizo, pero no nos pararon. Debemos tener cara de buenas personas…jjjj.
Al paso por Viella valoramos el parar, pero la vimos tan grande, hacía tanto calor y teníamos tan pocas ganas de ciudad, que seguimos adelante. Donde si paramos fue en Arties, una preciosa población típica pirenaica, con sus casas de piedra, tejados de pizarra y rodeada por las impresionantes montañas que conforman el Valle de Aran. Dejamos la Ac en el parking que hay al finalizar el pueblo (N42º42´04”, E0º52´28”). El parking es bastante polvoriento y la pernocta está prohibida, pero para una visita rápida, suficiente.
Visto el sitio arrancamos y unos 500m más adelante vimos que había otro aparcamiento asfaltado y mucho más limpio, pero no sabemos si se puede dormir allí.
Al paso por Salardú, otra población típica que se encuentra a 2km de la Arties, nos pareció tan cuca que volvimos a parar para visitarla. En esta ocasión sí que lo hicimos en el P3, un aparcamiento en el cual se pueden pasar 3 noches (N42º42´21”, E0º54´10”). El parking es polvoriento, hay poca sombra y no hay servicios, pero en caso de necesidad, allí se puede echar la noche.
Dimos una vuelta por la zona, vimos un montón de casitas típicas, una iglesia muy chula, hicimos unas compras en un minimarket y seguimos con “lo nuestro”. Por cierto, allí se debía celebrar un festival de música country Rock, porque había bastantes carteles anunciándolo.
Arrancamos y subimos hasta la famosa estación de Esquí de Baqueira-Beret, concretamente hasta el parking “Pla de Beret” (N42º43´36”, E0º57´43”), donde teníamos pensado pasar un par de noches haciendo rutitas por allí.
No hay servicios ni sombra, pero el parking es descomunal, las vistas preciosas y el ambiente muy tranquilo. Después de comer, agarramos a las “Chuchainas” y por fin pudimos soltarlas para que corriesen a sus anchas.
Aunque hay ganado (vacas y caballos) hay cantidad de espacio libre, riachuelos y zonas de esparcimiento suficientes como para disfrutar sin molestar a nadie.
Con la furia y el estrés ya aplacados, volvimos a la AC a descansar un poco y descargar las fotos y el vídeo del día.
Es en este tipo de sitios donde realmente nos sale la sonrisa y somos felices, además la altura y la brisa continua consiguieron mantener las altas temperaturas que nos estaban machacando a raya.
El día termino con el sol escondiéndose detrás de los picos de montaña, mientras la niebla caía temerosamente por la ladera…¿Qué más se puede pedir?
Baqueira-Beret – Plan de Senarta (1 de agosto, 105,8km)
La noche que pasamos en el parking de la estación de esquí de Baqueira-Beret…cómo explicarlo; Muy tranquila respecto a la gente, pero un consejo, no aparquéis en la parte izquierda, junto a la ladera, hacedlo en la derecha, junto a la carretera.
A primeras horas de la madrugada, todos los caballos de la zona pasaron por nuestro lado rumiando, jugando y empujando las autocaravanas. Menuda sensación da el estar en la cama y ver que la autocaravana se empieza a levantar de un lado.
Nos levantamos de un salto y estuvimos controlando que no pasara nada grave. Lo peor es que cuando acabaron los caballos, vinieron las vacas, que no hay pocas.
Lo que parecía una noche en el paraíso, se convirtió en una noche “Toledana” de las buenas.
Viendo que amanecía y no habíamos pegado ojo, apagamos el despertador, pero unos pajarillos jolgoriosos tuvieron a bien el evitar que se nos pegaran las sábanas y a las 8:00 se dedicaron a jugar, revolotear y todo lo que un puñetero pájaro puede llegar a hacer en el techo de nuestra AC.
Total, que nos levantamos sobre el horario previsto, dejamos a Max en la AC con toda la infraestructura anticalor activada, cogimos las mochilas y fuimos a hacer la ruta que llega al Santuario de Nuestra Señora de Montgarri, ruta que se inicia por la parte opuesta a la entrada al parking, junto a lo que parece una infraestructura estival.
Eran las 10:00am y el sol ya apretaba, menos mal que durante el camino había bastantes arroyos para que Oli pudiera refrescarse.
El camino es una pista polvorienta, pero que no presenta ninguna dificultad, sobre todo la ida, que es cuesta abajo. En 1h15m cubrimos tranquilamente los 5,2km que hay hasta el sitio en cuestión.
La iglesia es muy bonita y junto a ella hay un refugio con servicio de Bar-restaurante y un chiringuito donde venden material de montaña y alquilan bicis eléctricas.
Salimos por el parking que hay al lado y en unos 10 minutos llegamos al abandonado pueblo de Montgarri, del que salvo una casa que continua en pie, del resto del pueblo no hay más que ruinas.
La vuelta la hicimos por el sendero paralelo al rio y que va por el lado opuesto a la pista por la que habíamos ido.
De vuelta en el santuario estuvimos jugando con la perra en el río ya que Lorenzo había salido y zurraba con mucha mala leche.
La vuelta no fue tan alegre como la ida, ya que todo era cuesta arriba. No es que presente una pendiente significativa, pero con 31ºC…se nos hizo bastante duro.
Finalmente necesitamos 3h para cubrir los 13km y 250m de desnivel que tiene la ruta en total.
Una vez en la AC, comimos y ante la ola de calor que nos estaba sacudiendo, decidimos anular el trekking que teníamos previsto al lago Baciver y al cual se accede desde el parking anterior de la estación de esquí, el Parking Orri.
Un tanto agobiados por la parrilla que estábamos sufriendo, también cambiamos la ruta y decidimos no seguir avanzando hacia Andorra, ya que cuanto más hacia el mediterráneo, más altas eran las temperaturas.
Estuvimos un buen rato analizando sitios y al final nos decantamos por el Plan de Senarta, donde está el camping municipal Plan de Senarta (N42º38`29”, E0º34´01”) y desde el cual sale una ruta que teníamos prevista: las gargantas de Alba y los Baños de Benasque.
En condiciones normales nos hubiese dado algo de pereza meternos más de 100km y varios puertos de montaña a las 17:00 de la tarde, pero en aquel angustioso momento únicamente veíamos 2h de aire acondicionado.
El acceso al camping es un poco extraño, ya que nada más cruzar un túnel antiavalanchas, hay que girar a la derecha y bajar una empinada rampa de hormigón, que te deja a los pies de un parking con el suelo de piedras y una enorme caseta de madera, desde donde el ayuntamiento gestiona el camping.
La caseta estaba cerrada, pero había un cartel donde ponía que en ese caso, entrar y aparcar tranquilamente, que en una de las rondas ya se nos cobraría.
Entramos, dimos una vuelta periférica y nos quedamos en el sitio que nos pareció menos malo, ya que si hay algo que no nos gusta de este tipo de sitios es que hay poco control y cada uno aparca donde y como le parece.
Merodeamos un poco, al final del camping localizamos el camino de la ruta que haríamos al día siguiente, charlamos con una mujer suiza que tenía un Bulldog Francés muy majo y localizamos los servicios del camping, una zona de duchas y fregaderos con agua no potable.
El cobrador del camping pasó sobre las 21:00 y le preguntamos por el agua potable; nos dijo que había una fuente fuera del camping, junto a la rampa de salida. Le pagamos los 15€ que costaba pasar la noche (7€/AC+4€/persona) y seguimos con lo nuestro.
Destacable la cantidad de mosquitos, bichos voladores y sobre todo los mini mosquitos que se acababan colando por las mosquiteras. Esa situación nos trajo a la memoria las penurias que vivimos con los Midgies en nuestro viaje a las High Lands (Escocia).
Plan de Senarta – Benasque – Cerler (2 de agosto, 23,1km)
La noche en el camping fue tranquila, aunque creemos que era porque si asomabas el morro fuera, los mosquitos se te comían vivo.
La mañana llegó, dejamos a Max en la AC y nos aventuramos al trekking que teníamos previsto, los Baños de Benasque y las gargantas de Alba.
Los primeros 3km discurrieron por una pista sin ninguna dificultad, junto a las gargantas, con bastantes pasos de agua para el perro y paralelos al río. Todo iba bien hasta que el GR nos dirigió por una de esas cascadas de piedra suelta que la tuvimos que recorrer hasta llegar a una carretera que nos dejaría a los pies de los Baños en sí.
Justo antes de llegar arriba estuvimos charlando con una pareja de Zaragoza muy maja que andaban calientes con el tema de comprar una autocaravana. Completamos el trekking con ellos, lo que nos dio para un buen rato de charla. Estuvo muy bien, ya que nos dieron la localización de un AS en Benasque que acababan de abrir.
Una vez arriba, no sé cómo decirlo, pero si algún localizador de escenarios busca una localización para rodar una peli de terror que se desarrolle en un psiquiátrico…¡ese es su sitio!.
El sitio es bastante feo, carismático, pero feo. Tanto que nos atrevemos a decir que subir hasta allí para ver eso, no merece la pena en absoluto. Otra cosa es que se hagan algunos de los trekking que parten de esa zona, pero por ver el balneario, ya os decimos nosotros que no.
Durante la vuelta, en lugar de coger el pedregoso y complicado GR, seguimos por carretera y llegamos al río, donde estuvimos jugando con “Oli” un buen rato.
Íbamos a hacer el sendero interpretativo que parte desde el camping, pero se nos hizo tarde y volvimos por el GR hasta la autocaravana.
Nos duchamos, comimos y llenamos los bidones de agua potable en la fuente que hay en la entrada, justo antes de la rampa de subida a la izquieda. Os recuerdo que el agua del camping no es potable.
La conclusión sobre la estancia en ese camping municipal es que no merece la pena, ya que no ofrece nada que un autocaravanista pueda necesitar: No tiene descarga de grises, no dispone de descarga de WC, no tiene tomas de luz y para colmo, el agua potable se encuentra fuera del propio camping.
La cuesta que lleva de nuevo a la carretera es muy empinada y además, tiene unos baches importantes en su inicio, lo que nos complicó un poco la subida.
Superado ese último escoyo, pusimos rumbo a nuestro siguiente destino, el AS de Benasque (N42º36´22”, E0º31´14”) que nos había comentado la pareja que nos encontramos en durante el trekking.
Atravesamos el pueblo y tal como nos habían indicado, nada más cruzar el puente giramos a la derecha y llegamos a nuestro destino.
El área es de asfalto y tiene 18 plazas para autocaravana con toma de luz. A la entrada hay una zona para carga y descarga de aguas, químico incluido.
La barrera estaba abierta y precintada, lo que indicaba que aquello estaba todavía sin inaugurar. Los postes de luz no funcionaban y el grifo de agua, además de no ser de rosca, tenía una presión ridícula.
Vaciamos grises, el químico y con una paciencia infinita, cargamos el agua limpia a bidones. Nos colocamos en la plaza que nos pareció más tranquila y nos fuimos a visitar Benasque.
La población es muy chula, con sus calles empedradas y casas típicas de la zona. Además tiene mucho ambiente. Después de la visita, paramos en un Eroski City y compramos bebidas y bastantes helados, ya que la temperatura era inaguantable.
Cuando volvimos a la AC, el área se había llenado y uno de nuestros vecinos era una camper con 4 chavalotes intentando bandear de la mejor manera posible el calor que nos azotaba.
Ya sé que estamos en edad de comprender y entender, pero ya os digo que no estamos dispuestos a soportar ni aguantar, así que entre el griterío y el insoportable calor, decidimos arrancar y poner rumbo a una zona más alta, la estación de esquí de Cerler, el pueblo más algo del pirineo aragonés.
Cuando llegamos a Cerler pueblo, lo atravesamos y fuimos hasta el AP que hay destinado para autocaravanas, pero no nos convenció lo más mínimo. Un parking sucio, de gravilla, sin servicios, hierba, ni vistas…así que seguimos subiendo hasta los 2000m de altura, concretamente hasta el parking de la estación de esquí (N42º33´45”, E0º34´12”).
Para que os hagáis una idea, la temperatura había bajado de 28º a 21ºc, estábamos solos y rodeados de montes. Evidentemente, con ese panorama, allí nos quedamos.
El aparcamiento presenta dos zonas: la primera y más cercana a los servicios está bien asfaltada y tiene unas 60 plazas para turismo, la segunda, donde acabamos aparcando nosotros, es un parking enorme, de asfalto muy deteriorado, sin delimitar y algo inclinado.
Al estar solos, buscamos la zona menos desnivelada, colocamos los calzos y allí nos quedamos.
A lo largo de la noche llegaron otras dos camper, pero aparcaron en el parking mejor asfaltado.
Cerler – Ainsa (3 de agosto, 75,5km)
La noche del día 17 la pasamos con un agradable fresquito y en total silencio…es lo que te dan los 2000m de altitud.
Nos levantamos descansados y con un panorama idílico: el sol iluminaba las cumbres más altas, los primeros excursionistas llegaban al área y una paz total reinaba en toda la zona.
Desayunamos y nos fuimos con las perras hasta el salto de agua que hay en las pistas de abajo.
Corrieron, jugaron, saltaron, me pusieron de barro hecho un San José…vamos, una auténtica gozada. Hay que ver lo diferente que hubiera sido esa mañana de habernos quedado en el AS de Benasque, soportando a unos chavales en una furgoneta en plena ola de calor.
Cuando las perrillas ya estaban cansadas, cogimos el telesilla y subimos e hicimos el trekking que llega al Pico Cerler (2.407m).
No se trata de un trekking complicado, ya que lo hacen niños y niñas, pero tiene su miga. Se suman un total de 95m de desnivel por un auténtico pedregal. Conviene prestar especial atención, sobre todo en su parte final, ya que un mal paso puede suponer una desgracia.
Si no os apetece meteros en camisa de once varas, con subir el telesilla y deambular por allí, ya merece la pena. Desde ahí mismo, se pueden observar 18 tresmiles del Pirineo, entre ellos, el Aneto (3.404m), el pico más elevado de todos los Pirineos.
De vuelta en la autocaravana la temperatura había comenzado a subir preocupantemente, así que hicimos lo único que podíamos hacer para combatir esa temperatura, sacar el toldo y comer aprovechando la corriente de aire que se movía por allí.
Una vez concluido todo lo que teníamos previsto por la zona pusimos rumbo a lo que sería nuestro siguiente destino, Ainsa.
Ah, antes de salir, llamamos a los chicos que llevan lo de la Tirolina Valle de Tena, ya que teníamos ganas de hacerla y reservamos para dentro de dos días, es decir, el domingo 5 de agosto.
Con todo hecho nos dirigimos al precioso pueblo de Ainsa. Un buen tramo de carretera discurre por un impresionante cañón, lo que dificulta en ciertas ocasiones el tránsito con la autocaravana, pero nada que ver con los revirados y estrechos puertos a los que estamos acostumbrados los “carnet de acero”.
Cuando llegamos a Ainsa, pese a haber sitio en los parking de abajo, nos dirigimos al que se encuentra en el casco antiguo (N42º25´08”, E0º08´03”). Es mucho más limpio, ordenado, tiene arbolitos y, pese a que se paga 0,50€ la hora de 11:00 a 21:00, se encuentra a un paso del precioso casco antiguo de Ainsa.
Aunque llegamos sobre las 19:00, la ola de calor estaba haciendo estragos. Voy a tratar de explicar cómo vivimos esa situación: imaginaros que ponéis una sartén con aceite al fuego y cuando está bien caliente, pero caliente de arder, pues os sacuden con la sartén hasta que se aburre el sacudidor. 41º a la sombra, con un viento sur del que te arranca la piel de la carne, no da más que ganas de irte a casa…pero nosotros, aguantamos como campeones.
Pusimos la AC en posición anti calor, es decir todo cerrado y el turbovent a máxima potencia, dejamos a las perrillas allí ya que con ese calor era mejor que no hicieran mucho ejercicio, y nos fuimos a visitar el casco antiguo de Ainsa.
No lo conocíamos, pero es precioso. Tal vez, el más bonito que hemos visto hasta ahora en todo el Pirineo.
Además de haber un ambientazo, las calles están muy bien cuidadas, al igual que las casas de allí. Sinceramente, nos gustó mucho, pese al horrible calor.
A eso de las 20:45 nos sentamos en la terraza de una pizzería que hay en la plaza principal y nos metimos para el cuerpo, además de una jarra de sangría, dos pizzas riquísimas.
Después fuimos a por las perrillas y dimos otra vuelta por las calles hasta las 0:00, hora en la que la temperatura seguía marcando 28ºC…pufff, menuda nochecita de calor nos esperaba….
Ainsa – Panticosa (4 de agosto, 65km)
La nochecita que pasamos en Ainsa tuvo su miga. Nos acostamos con 28ºC y nos levantamos con 27ºC. Dormiríamos unas dos horas aproximadamente así que los ánimos no es que estuviesen muy arriba, de hecho, si no hubiésemos tenido reservada la tirolina para el día siguiente, seguramente nos hubiéramos ido para casa. Ese calor en la AC…es insoportable!
De camino a Panticosa paramos en el AS que hay en Sabiñánigo, exactamente en el Parking del Pirenarium, junto a la Policía Municipal y la UNED (N42º30´19”, W0º21´23”).
Se trata de un parking muy amplio, con paredes y dos puertas de entrada y dispone de zona de carga y descarga gratuita. Hay una hilera amplia para autocaravanas frente a unas tomas de corriente, pero cuando fuimos nosotros tenían puesto un cartel de “fuera de servicio”.
Aparcamos lo más pegados a unos arbustos, tratando de buscar algo de sombra. Nos duchamos, comimos y nos fuimos a dar una vuelta por la zona.
Nos encontrábamos en lo que parecía un barrio a las afueras de Sabiñánigo, detrás de una zona industrial. Hacía tanto calor que no nos apetecía dar un paso más de lo necesario, así que compramos pan y seguimos ruteando.
A media tarde llegamos a Panticosa pueblo (ojo, no al balneario), nos dirigimos hacia la estación de esquí y paramos en el parking B, un AP donde se permiten autocaravanas. La zona de sombra estaba a tope y el resto era un parking de asfalto a medio llenar, así que subimos una pequeña cuesta y accedimos al parking C (N42º43´14”, W0º16´56”). Hicimos una valoración rápida y aparcamos al lado derecho del mismo, junto al río y debajo de un frondoso árbol que nos dio algo de sombra el resto de la tarde.
Merodeamos por la población alpina, disfrutamos de sus calles empedradas, compramos algo más de bebida fría y cuando la torraina bajó un poco, volvimos a la AC a cenar.
El parking B se había abarrotado bastante, además había mucha gente charlando y niños jugando, mientras que el parking C se había llenado algo más, pero todo el mundo estaba en su “guarida”, algo de agradecer cuando lo que buscas es paz y tranquilidad.
Se había levantado viento, lo que suavizó un poco la temperatura, así que después de cenar, nos fuimos pronto a dormir, ya que estábamos derrotados.
Panticosa – Hoz de Jaca – Vitoria-Gasteiz (5 de agosto, 250km)
Después de dormir como leones, nos levantamos con las pilas cargadas y animados para la super Tirolina!
Desayunamos, quitamos los calzos y nos dirigimos a la cercana población de Hoz de Jaca, que se encuentra a 12 kilómetros de Panticosa.
La carretera de acceso al pueblo es estrecha, revirada pero en comparación con otras del estilo, una autopista.
Aparcamos a la entrada del pueblo (N42º41´17”, W0º18´18”), sacamos a las perrillas a que estiraran las patas, las refrescamos en un riachuelo y fuimos a la oficina de la actividad en cuestión, “Tirolina Extrema, Hoz de Jaca”.
La pequeña caseta de información se encontraba abarrotada de gente que quería contratar alguna de las diferentes actividades que ofrecen: bicis eléctricas, Quads…pero la más exitosa, sin lugar a dudas, la de la Tirolina doble más larga de Europa.
Nos pusieron unos arneses, nos colocaron unos cascos y, siguiendo unas marcas amarillas en el suelo, fuimos caminando hasta un mirador donde estaba la zona de salto.
Yo iba preparado con mi arsenal de cámaras, pero únicamente me permitieron grabar con la GoPro que llevaba en el arnés de pecho. Algunos incidentes previos, habían hecho que prohibiesen las cámaras en la mano (alguno debió perder los piños…).
Por mucho que insistí, no me dejaron utilizar la cámara libre, así que con la del arnés grabé el salto.
La experiencia…una chulada, la pena que se pasa muy rápido. Si no fuese por el vídeo que hicimos, es como si no la hubiéramos hecho. Aún así, merece la pena la experiencia.
Una vez formado un grupo de 8 saltadores y saltadoras, nos subieron en furgo de nuevo al pueblo. Dejamos los arneses, los cascos y cogimos a las perrillas para estirar las patas por el pueblo.
La tirolina, no sé, pero el calor que hacía sí que era extremo, 37ºC y subiendo, de hecho nos comentó uno de los monitores que esa noche no bajaríamos de los 31ºC y al día siguiente, más de lo mismo.
Con ese panorama tan desolador decidimos volvernos a casa y gestionar mejor la sofoquina. No quisimos mal ver más sitios, ya que una vez que hemos estado en un lugar, nos da pereza volver, así que si las condiciones no son las óptimas, preferimos dejarlo para otra ocasión, además habíamos previsto volver a casa un par de días más adelante, así que tampoco se trastocaban demasiado los planes.
Conclusión
Los Pirineos son una zona espectacular donde disfrutar de la naturaleza en su estado más salvaje. La parte española es más precaria a la hora de encontrar servicios para la autocaravana, mientras que en la francesa los encuentras cada poco.
Pretender ver todo lo que ofrece los Pirineos en un único viaje es complicado, ya que la oferta es muy amplia y variada, así que si no dispones de varios meses para dedicárselos en exclusiva, lo más recomendable es ir trazando cuadrantes e ir viviéndolos y disfrutando a tope de cada zona.
A diferencia de otros destinos similares, como pueden ser los Alpes, es que para la gente que vivimos en el norte, Pirineos es un destino al que accedemos en muy pocas horas, por lo que podemos dedicarles el tiempo que el cuerpo nos pida y, como en esta ocasión, si las condiciones no son favorables retirarnos y dejarlo para otro momento.
Si vas buscando naturaleza salvaje y grandes rutas de montaña, sin lugar a dudas, los pirineos son tu destino.
No es nuestro primer viaje a los Pirineos, pero sí el más amplio y en al que más tiempo hemos dedicado. Si te apetece echar un vistazo a otras incursiones por la zona, os dejamos los links:
Documentación
Los relatos de Antonio y Mari Paz, autocaravanistas de Madrid. ¡Gracias pareja!
Libros
40 itinerarios y ascensiones en el Pirineo Francés.
Otros blogs
- http://www.conmiautocaravana.com/2014/07/nuestra-primera-vista-en-ac-al-pirineo.html
- http://www.viajarenautocaravana.com/escapadas_detall.php?idg=8185
- http://francisco-astorga.blogspot.com.es/2013/09/pirineos-2013.html
- http://ruteandoproac.blogspot.com.es/2011/09/verano-por-el-pirineo.html
- https://almaleonor.wordpress.com/2011/08/06/viaje-pirineos-julio-2011/
- http://josecarlos69.blogspot.com.es/2014/07/los-pirineos_27.html
Gastos
- Peajes: 4,3€
- Gasolina: 172,46€
- Parkings y áreas de pernocta: 28€
- Cargas y descargas de aguas: 7,5€
- Telesillas y tren turístico: 125€
- Tirolina: 36€
- Comida, restaurantes, regalos: 137,02€
- Total: 510,28€
En memoria de Olivia
Hoy, 10 de diciembre de 2018, hemos publicado el artículo de nuestro viaje estival a Pirineos y ha sido duro, muy duro. El 6 de noviembre nuestra Oli murió, parece ser que envenenada según el informe de la autopsia que le hicimos. Ver las fotos y los vídeos con ella, ahora que no está, duele, la echamos mucho de menos.
Si queréis leer su historia, os dejamos el artículo de despedida que escribí en mi otro blog Pedales y Zapatillas.
Te queremos pequeña Guoli-Guoli.
Aquí
Pedazo de artículo para un gran viaje en autocaravana,
graciasss
anónimo
Que bien explicado todo. Nos viene de lujo. Muchas gracias.
Jorge
Las autocaravanas son la mejor opción que hay ahora mismo para poder viajar manteniendo el distanciamiento social, evitar aglomeraciones, etc. ¡Seguid asi!
autocaravanerosviajeros
Pues sí, con esta pandemia ha sido toda una bendición tener la autocaravana, no te tienes que preocupar por reservar, ni por las cancelaciones, ni por el distanciamiento, ni por las medidas de higiene. Puedes cambiar de ruta o destino en el momento según cambien las cosas.
¡Hemos podido disfrutar de viajar sin problemas!. Eso sí, con marcarilla ;D